Ellas son así. Desprendidas hasta las últimas consecuencias. No ser. No querer ser. Dios y nada más. Y con Dios y por Dios, amor incondicional al prójimo. A los que menos tienen. A los que necesitan ayuda.
Sus vidas están en los demás. Nunca en ellas. Por eso van en pareja pidiendo para los pobres. Para los enfermos. Para los abandonados. Para los preferidos del Señor.
La foto es de hace unos días. En mitad de la canícula dura que tuvimos que soportar la semana pasada. ¿Creen ustedes que ellas están pendientes a las olas de calor?
Ahí iban. Felices además por ser siervas santas de Cristo. A pesar del calor, o de lo que haga falta...
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