''90 años en la Plazuela'' por Andrés Cañadas

En la calle de la jurisdicción de San Miguel que llaman ‘Empedrada’, -tras la obra de pavimentación que hicieron sus vecinos en 1511- a medio camino entre aquella parroquia de torre exquisita y la ‘Plazuela’ que se extiende delante de la entrañable ermita de la Yedra, existió a comienzos del siglo XX una trapería a la que muchos conocieron también como tienda de antigüedades, que bajo el nombre de ‘La lebrijana’ sirvió de punto de encuentro a los vecinos, en torno a centenares de objetos de toda clase.

Cuentan que desde una vieja máquina de coser hasta un perchero de siete brazos, se apilaban en su interior con ese orden desordenado característico de este tipo de establecimientos, entre los que también figuraba una talla dolorosa de la Virgen, propietaria de una historia que se remontaba muchos años atrás, y a la que todo los días se la colocaba en la acera, cubierta a modo de manto por un trapo antiguo de color oscuro.

Dicen que fue entonces cuando las gentes del arrabal comenzaron a tenerle devoción a esta imagen, puesto que aunque permanecía sin bendecir y sin más culto que la señal de la Cruz de cuantos cruzaban ante la puerta, su presencia delante del local no pasó desapercibida para nadie, siendo muchos los que de vez en cuando le dedicaban incluso algunas oraciones.

Así fue como nació la preciosa historia de amor entre Nuestra Señora de la Esperanza y su barrio, una historia que como fecha de inicio oficial señala la del 14 de diciembre de 1928, jornada en la que las puertas de la capilla que desde entonces sería su casa, se abrían de par en par para dar la bienvenida a su nueva moradora.

A partir de aquel momento, la vida misma de Jerez comenzó a tener una referencia segura en las mágicas pupilas de la ‘Estrella de la Mañana’, aquellas que vieron correr los años y cambiar casi todas las cosas, aquellas que cada Madrugada de Viernes Santo arremolinaron a los duendes a su paso dejando una estela tras de sí llena de miles de sentimientos, los que siempre regresan cuando Ella se convierte en seguro puerto a las oraciones… los que siempre quedan huérfanos de calor, al marcharse el palio donde la Virgen es Reina y Madre de la Esperanza.