Este 16 de julio en Jerez hemos vivido una cita histórica. Un reencuentro lleno de sentimiento, devoción y mucha emoción. La Virgen del Carmen Coronada ha vuelto a surcar las calles de nuestra ciudad en un mar de respeto y mucho sentir cofrade. Había ganas de cofradías, sí. Pero sobre todo había ganas de pedirle a la Santísima Virgen. Porque ahora más que nunca hace falta la Madre de Dios en la calle. Y hace mucha falta Dios, más si cabe entre los cofrades aunque esto no tan solo desde el inicio de la pandemia. Y la Virgen, es el mejor camino para llegar a Él. Por eso, creo que la Real Hermandad de Damas y Caballeros del Carmen ayer fue muy valiente. Y dio una lección a todo el mundo cofrade que permanece anclado en la apatía de cofradías.
No es perderle el respeto al virus, que sabemos que sigue ahí. Pero ya era hora que esa apertura que se está notando en otros sectores no la viéramos en nuestras cofradías, por precisamente nuestra propia inacción. ‘Hay que esperar’, ‘Esto a ruedas no es lo mismo’, ‘Ansias por ser los primeros’…¡Qué poco conocen a la Hermandad del Carmen quienes vomitan esas expresiones referentes a su procesión del día de ayer!. Claro que nos hubiera gustado que fuera como siempre: con costaleros, con Tejera… Pero miren, es que ayer precisamente no hacía falta. No. Era prescindible. Ella lo llenó TODO. Y sí, nos emocionó. Claro que nos emocionó.
Su salida a los sones de órgano con Reina del Carmelo. Los aplausos incesantes, los vítores. Esa fue la banda sonora de la Virgen durante todo el camino. Y además, el pueblo está muy necesitado de esta cercanía espiritual. De este encuentro con la Virgen. Con el Carmen, una de las grandes devociones de la ciudad. Un encuentro con las imágenes sagradas, como siempre ha sido en las grandes tragedias en forma de epidemia, pandemia o maremoto, guerras, que nos ha tocado vivir a lo largo de los años y de los siglos. Y sí, parece que ha hecho ‘especial daño’ esta salida a los mal llamados ‘puros’ que ya no se acuerdan del por qué es conocido el sevillano Cristo de San Agustín o el Cristo de la Misericordia de Chipiona, sin ir más lejos. Por desgracia, estamos anclados en una apatía cofrade. Luego nos llenamos la boca en programas de cofradías y en pregones de la importancia de las imágenes benditas en nuestro día a día y de lo que llena su presencia en las calles. Pero claro, según convenga. ¿Acaso no estamos en un momento en el que los necesitamos más que nunca?
La Hermandad del Carmen nos ha zarandeado para despertar de esa apatía cofrade. De un letargo demasiado grande en el que algunos parecen han olvidado el verdadero sentido de todo esto. Dar testimonio de fe. Como lo hizo ayer el Carmen. Sin aspavientos. Dos horitas. Cumpliendo con horarios, protocolo y saber estar. ¿Que tiene que salir sin costaleros? Pues salimos ¿Que no puede haber banda? Pues salimos. Sin tonterías. Pero con cabeza. Y con la certeza de que abandonándose en Dios y de la mano de la Santísima Virgen nada puede salir mal. Tengan fe. Devoción y amor a María como lo hicieron ayer los devotos carmelitas. Gracias Hermandad del Carmen, por demostrarnos que sí se puede volver poco a poco a nuestra normalidad. Para mayor Gloria de Dios y de la Santísima Virgen, Emperatriz del Carmelo.
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