'Cascanazo gordo' por Álvaro Ojeda

Cuando el 'Cascana' ideó el tipo de su chirigota, estoy seguro que sabía perfectamente la que le vendría encima. Y así está llevando su cruz por su calle de la amargura; no se engañe, dolido y azotado, pero entre pitos de caña y aplausos. Las cosas del laico y pagano carnaval.

Los cofrades puros, y razón no les falta -empaticemos todos- entenderán todo esto como una falta de respeto descomunal a nuestras creencias y tradiciones. Correcto. Y los cofrades mordernitos, esos que adoran la fiesta grande de Cádiz como una abuela quiere a sus nietos, -más al primero que al segundo- mueven la cabeza riñona, a la par que esbozan una leve sonrisa socarrona asimilando el palo burlesco, caricaturesco (y con age) que hace la chirigota en el Falla.

Publicidad

La diferencia entre ambos, es que el segundo se ve reflejado, y el primero ya no se acuerda de la de veces que hizo "er pazo" en aquella fiesta privada o imitó a alguien del mundo cofrade en aquella barra de la hermandad a altas horas de una noche de Cuaresma, cuando solo miraban desde sus cuadros los hermanos mayores fallecidos de la cofradía, colgados en la pared.

¿Que yo, aún gustándome las dos cosas, como esa abuela con sus nietos, no habría ido tan lejos si hubiera tenido que sacar una chirigota? Pues no. Pero oigan bien, que si en una banda de música hay ateos confesos que se comen toda la Semana Santa por trincar unas perras, también les digo que en la chirigota del Cascana hay cofrades que se enfadan e indignan cuando esa parte radical de la sociedad desea ver a sus devociones quemadas como en el 36. Sin ir más lejos, ayer cientos de personas pasaron acompañando su pasacalles por el azulejo de una virgen en Cádiz (a la que por cierto hay que cambiarle una bombilla que está chunga), y allí no hubo ni un grito contra los cofrades y creyentes, ni contra la devoción allí adorada, ni contra la Iglesia.

Publicidad

Lo del amigo Cascana, simplemente, es la exposición caricaturizada de casi todos los cofrades (puros y menos puros) que en aquel Martes Santo,nos reíamos de aquella devoción verdadera y sentida que tal vez nunca lleguemos a entender por ser como somos, y que corrió como la pólvora por nuestros teléfonos móviles... pasándolo como si se nos fuera la vida en ello con todo tipo de comentarios. ¿Ahí si valía lo que hacíamos? 

Ahora, cuando se ríen de nosotros por ser como somos, ya gusta menos. Así que ¿saben qué les digo? Que la vida, al igual que el mar, siempre te devuelve lo que le tiras, en este caso con un poquito de guasa, arte y retranca...

Publicidad

Conclusión... 'tó fuera eso...'

Publicidad