Algunos esperábamos un pregón empalagoso. La verdad. Pero nada más alejado de la realidad, vino con su verdad y vino a decir cosas. A subirse en una delicada cuerda que al más mínimo desequilibrio podrían haberlo hundido en el abismo.
Vino a ser valiente, a mojarse, conociendo donde está el límite (Bendita virtud). No llegó pretendiendo gustar a nadie, ni llegó intentando ser el protagonista de la jornada. Llegó para contar lo que él vive, y llegó para advertir que tan sólo faltaba una semana. Pero… ¿Para qué?
Pues el mismo lo explicó, en este sub-mundo cofrade donde tanto hemos desplazado a DIOS del centro, él lo dijo claro “Sin DIOS, no hay Semana Santa” Tajante y explícito. Sangre y piedra. Libro y espada. Y por eso, me dio igual el resto del pregón, lo escuché, fue atractivo, bien redactado y emocionante (a mi entender) pero todo eso para mí, quedó en un segundo plano. Un pregonero en el Villamarta había dicho que DIOS lo es todo, y el resto no dejan de ser complementos, enlaces y “muletas” donde apoyarse.
Por eso, este pequeño homenaje a Pepe Vegazo, cofrade de base, pero sólida, conocedor y reconocedor de la deidad de DIOS en público. Y por eso, convirtió un conjunto de folios en un verdadero anuncio de la Semana Santa. Al menos para mi.
Enhorabuena, Pepe.