Contundente sanción del Obispado al hermano mayor de la Yedra

Primavera del año 2020. Vacío. Soledad. Miedo. Muerte. Enfermedad y desgracia. El mundo detenido, presa de la mayor tragedia de los tiempos modernos. 

En una casa de Jerez suena un teléfono. Es la del hermano mayor de la Yedra.

-Dígame.

-Manolo. Soy Don José Mazuelos. El obispo.

-Buenos días, don José. Usted dirá.

-Necesito que la Hermandad de la Yedra me ayude.

-¿Qué necesita?

-Tenemos que reabrir la cocina autogestionada de la hermandad. La gente lo está pasando muy mal y no podemos dejarlos solos.

-Cuente usted con nosotros. Lo pide usted, lo pide nuestra Iglesia y no hay nada más que hablar. Lo comento a mi junta de gobierno y nos ponemos en marcha.

-Gracias Manolo. Dios te lo pague.

-A usted, don José.

El resto de la historia ya la conocen ustedes…

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Primavera de 2023. Los tiempos cambian. La vida fluye de nuevo y los que aseguraban que de la pandemia saldríamos mejor, caen en la cuenta que de eso nada. Todo lo contrario. Estamos casi mucho peor que antes. Como si la mala baba se hubiese multiplicado.

Mismo hermano mayor de entonces. Mismo Obispado pero distintos protagonistas. Ahora no es una llamada de teléfono. Ahora es una carta firmada por el Vicario General de la diócesis, don Ignacio Gaztelu, que la delegada diocesana, Elena Gómez, entrega en mano.

La misiva indica que por un par de incorrecciones recientes -como son la entrada del Señor de la Sentencia en la Ermita de San Telmo el pasado mes de marzo en el Via Crucis de celebración del 75 aniversario de la imagen, así como el estreno del nuevo guion de la cofradía sin que la obra haya pasado por la delegación de Arte Sacro- se inhabilita al hermano mayor por dos años, para el ejercicio de cargo en hermandades y se amonesta al resto de componentes de la junta de gobierno.

No se tiene en cuenta que este señor está a dos semanas de dejar el cargo de manera natural y que hace tres años se jugó literalmente la salud junto a muchos de los suyos, por hacer un servicio a su Iglesia local. Nada de eso. Aunque la carta lleva firma del 12 de junio, se comunica esta sanción en la antesala de las elecciones de la cofradía previstas para este sábado 1 de julio.

La Iglesia de Asidonia decide sacar músculo a través de la firma de quien entonces era el director espiritual de la corporación de La Plazuela, señalando al hermano mayor como un hombre apartado de Dios y sus caminos. Inhabilitado. Marcado para siempre. Tampoco han servido de nada las continuas ayudas al Seminario Diocesano dirigido también por Gaztelu, ejecutadas por la junta de gobierno de 'Manolín'. 

¿Erró este hermano mayor? Quizás sí. ¿Desproporcionado el castigo? Eso es lo que muchos -casi todos- ahora se preguntan. Nos preguntamos.

Hay veces en las que uno llega a plantearse por qué Dios permite ciertas cosas. Por qué nos deja tantas veces al arbitrio del demonio. Posiblemente esta sea una de esas veces.

Y ahora, podríamos hacer la sencilla prueba de pedir que levante la mano quien piense que Manuel Hurtado ha sido siempre un tío legal y colaborador con todo lo que le ha pedido su diócesis, su parroquia y su hermandad.

Posiblemente serían muy pocas manos las que no se levantaran... aunque algunas de esas manos levantadas dieran verguenza.

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