Cuando Arcos fue capital mundial de las cofradías...

Esto era muy fácil, y en Arcos lo demostraron. Quien no quiera estar, que no venga, y quien quiera estar, que lo haga con las mismas garantías y derechos que los que participan en cualquier otra actividad de la vida actual. Igual. No hay más que hablar.

Desconocemos si este era el planteamiento previo, pero fue al final el que resultó, visto lo visto... y vivido lo vivido. Espectacular. ¿Se puede? Sí, y en Arcos de la Frontera quedó claro, a base de hacer las cosas bien, con gusto y elegancia, sin perder de vista el trasfondo de todo, es decir, que la Virgen estaba en la calle, por lo que tocaba tarde alegre pero solemne en lo que supuso el reencuentro con nuestras cosas dieciocho meses después, y todo porque esta preciosa villa del sur de España quiso convertirse -y lo consiguió- en capital mundial de las cofradías. 

Todo comenzó con las calles llenas en torno a San Pedro, a eso de las siete de la tarde. Bulla y expectación... y mascarillas. Había quien pedía que se respetara el ancho de paso de la hermandad que estaba a punto de salir, y en esas que sonó algo de fondo. ¡Parecen tambores! Y efectivamente, era la banda 'Maestro Dueñas' llegando en ordinaria desde Santa María. ¡Subidón, y ovación de las grandes allá por donde iban pasando! ¡Detallazo!

Sin solución de continuidad se abrió la puerta del templo. Otra ovación. Y entonces tocó que aquello fuese compatible con la lógica de la impenetrabilidad de los cuerpos... cuando apareció un agente de la Policía Local de Arcos que parecían siete a la vez. Mensaje claro: o se pega usted a la pared, o anda hacia delante. No había más ordenes. Un discurso machacón sin estridencias que en un santiamen construyó un pasillo de seguridad por el que pasó la cofradía antes de que la Virgen de la Soledad se asomara a la puerta entre lágrimas y tambores, aplausos y escalofríos, y todo volvió a cobrar sentido un año y medio después. Año y medio de muertes y enfermedad. Año y medio de soledades y confinamientos, y ruina y deseperanza... pero todo ello se aparcó cuando nos cruzamos con la dolorosa. Cielo y Gloria. Tradición y vellos de punta. Negaciones con la cabeza. ¡No me lo creo! ¿Pero es verdad lo que está pasando?

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Sonaba el llamador. El paso subía sobre los hombros de los costaleros de la Soledad. Órdenes antiguas con sabor a historia. ¡Venga de frente! ¡La derecha alante! Y tambores por detrás, y pisadas racheadas... y la emoción asomada una y otra vez a los lagrimales, por tanto como hemos dejado atrás... y así una hora tras otra, de San Pedro a Santa María, y después a San Francisco, y el regreso con la noche ya convertida en compañera de los inciensos, mientras la primera emoción de los cofrades orgullosos que figuraban en el cortejo, iba dejando paso a una satisfacción inmensa, enorme... eterna, y además compartida con todos los que estábamos allí.

Ahora toca balance, y este no será un balance normal. Será más complejo, porque las autoridades también tendrán algo que decir; los que no estuvieron también tendrán algo que decir; los que siempre opinan desde las grandes capitales andaluzas también tendrán algo que decir; la Iglesia también algo que decir... y por supuesto, el Cielo también tendrá algo que decir. Pero sea como fuere, pase lo que pase, sean los balances como sean, y se cree con lo vivido 'jurisprudencia' o no, lo que está claro es que el sábado 11 de septiembre de 2021, la Semana Santa resucitó de la mano de una cofradía históricamente sencilla, que convirtió Arcos de la Frontera por unas horas, en capital mundial de las cofradías. ¡Y eso es lo que hay!

¡Enhorabuena, hermanos! 

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