Tiene Jerez varios santos patronos -la Merced, San Dionisio, la Virgen del Socorro, la Virgen de Consolación…- pero es pasar la solemnidad de la Merced y acabar siempre con la misma sensación de hastío ante la misma pregunta: ¿Por qué en Jerez no hay una FIESTA patronal como en otros lugares?
No es de recibo que el día de la Patrona, se haya quedado reducido a la mínima expresión, como tampoco es de recibo que se haya pasado la celebración del Santo Patrón San Dionisio al lunes de feria sin que casi nadie, salvo algún clérigo distinguido del cabildo catedral, haya puesto el grito en el cielo. ¿De verdad que para expoliar la memoria de esta ilustre ciudad bastan unas recomendaciones salidas de la mesa de turismo? ¿Hay derecho a que políticos rojos, azules, naranjas, morados… mercadeen sin escrúpulos con nuestras tradiciones y raíces con tal de someterlos a los intereses y anuencias de los señores de FITUR?
Cierto es que la iglesia local también ha contribuido enérgicamente a pulverizar expresiones de piedad popular que embellecían y engrandecían días tan señalados como el Corpus, que entre el ayuntamiento y el cabildo catedral lo mataron y él solito se murió. Y a ver quién lo rescata ahora, como el día del Patrón, que pasó de ser un día de reivindicación histórica a un secular “lunes de resaca”. Mi enhorabuena a los ideólogos de tan magistral estocada.
A pesar del desolador panorama que se bosqueja, con la campaña de los turrones y villancicos en pleno mes de los difuntos y unas fiestas de la vendimia que tienen de fiesta lo mismo que se parece la feria del libro a la Feria, aún nos queda un último baluarte, un último fortín de resistencia que resiste como puede ante la mayor indiferencia institucional que recuerdo en décadas: el día de la Merced.
No es de recibo que nuestro excelentísimo ayuntamiento la haya borrado del calendario de fiestas de la vendimia porque ahora resulta que la uva se recolecta antes y las primeras semanas de septiembre sean de mayor afluencia turística. Que digo yo, que entre el cierre de las fiestas de la vendimia o el inicio de las novedosas fiestas de Halloween -con cabalgata y pasaje del terror incluidos- podremos acoplar el día de una devoción que tiene más de siete siglos de existencia ¿o tampoco?
No es de recibo que nuestro excelentísimo ayuntamiento no invierta ni un solo céntimo en engalanar las calles del exiguo recorrido procesional de nuestra Patrona -lo de la calle Merced es obra y gracias de las hermandades de Jerez- ni tan siquiera un castillo de fuegos artificiales al cierre de la procesión.
No es de recibo que nuestro excelentísimo ayuntamiento se haya negado a costear un acompañamiento musical digno para nuestra Patrona. Porque el problema de esta procesión no es que vaya mucha gente detrás del paso, a Dios gracias, sino que una banda con veintiún músicos en un recorrido de calles amplias nunca puede funcionar, jamás. Y para que la cosa se oiga no se necesitan 20 becarios en plantilla como tratan de vendernos, sino triplicar el número de profesionales, porque se trata también de que suene bien, no sólo que se oiga. Y la monserga de la situación financiera del ayuntamiento está muy bien, si no fuera por las sonrojantes cifras que se exponen en el portal de transparencia en cuanto a gasto en publicidad institucional y subvenciones a colectivos -por no contar la ingente retahíla de eventos celebrativos de última generación que salpican el calendario de la ciudad-.
No es de recibo que gran parte del clero de la ciudad pase olímpicamente de la Patrona, no asistiendo a la procesión ni al pontifical, empezando por el cabildo catedral que parece que sólo tiene cuatro miembros irreemplazables.
Y entre tanta indiferencia, ahí sigue Ella, tan radiante, resplandeciente y enigmática, monumento vivo de un pasado esplendoroso del que parece que algunos se han empeñado en que nos deshagamos como un fardo hediondo…
Ni hablar. Hay que resistir…