"Cuánto daño hizo el cierre de Rianal" por Álvaro Ojeda

Hubo unos tiempos, donde todo aquel que quería ir bien vestido tenía Rianal a mano. Allí llegaban los 'chaveas' acompañados de sus padres, bajaban al sótano, y el del bigote y el otro -discúlpenme, pero no recuerdo sus nombres- le decían a tu padre cómo vestir al niño para cada ocasión.

Sin duda, el niño tenia que ir vestido de chaqueta el día de fin de año, el día del besamos de la hermandad, el domingo del Pregón, el Domingo de Ramos, el Jueves Santo, el Sábado de Feria por la noche, y el día de la Patrona... ¿estamos?. Esa era la hoja de ruta que te daban y marcaban a fuego los dos señores trajeados del sótano de Rianal. Y quieras que no, aquello tenía su reflejo en la calle.

Ahora, la procesión de la Patrona es un desfile de muchachos salidos de los programas de Telecinco, que bien en la calle, o lo que es peor, en el propio cortejo, van luciendo unos ropajes nada acordes con la situación. Y no de digan eso de "es que un traje vale mucho dinero...". Déjense de tonterías, que luego va el niño con las Adidas de ciento veinte euros, la camiseta de 'serresiete' de noventa pavos, y el Iphone 6S para hablar con los colegas en los cuarenta grupos de whatsapp que tiene.

Eso sí, el traje pegadito del Zara con la corbata finita -ciento cincuenta euros aprox-; ese sí está para las noches de vender la moto 'a full'. Pero para la Patrona, en pantaloncitos 'petaítos', camiseta  con el botón 'cortacirculación' del cuello, y 'zapas' de paño con carabelas. Enorme.

Pero lo peor de esto, es que pasa lo mismo con los que son cabezas visibles de la cofradía y ocupan altos cargos en la misma, e incluimos también a algunos políticos. De juzgado de guardia, porque esos si que conocieron Rianal... y no se les pegó lo bueno.

Y es que, parafraseando a Moure... "Por eso, este blus de otoño, románticamente herido, que sueña volver a verte, siempre abierto y encendído; y aunque sé que es imposible, porque es un canto al vacío, hoy quiero gritar bien fuerte, con vosotros por testigos, que Jerez tuvo un lugar, lleno de duende y pellizco; ruleta de las corbatas, que emseñaba a ir bien vestido. Yo nunca te olvidaré... yo jamás te olvidaré... Rianal de mis sentíos.