'Demasiados años de vacío' por Andrés Cañadas

Terminan las vacaciones de manera inevitable, y en el regreso al primer plano de la actualidad cofradiera de esta ciudad tras un verano absolutamente atípico, nos encontramos de frente con un mes de septiembre que llega envuelto en aires de celebración por la Plazuela, donde -lo que son las cosas- ya se han cumplido cinco años desde aquella maravillosa Coronación Canónica de la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza de la Yedra.

Un acontecimiento que resultó absolutamente brillante, y que tras las anteriores Coronaciones de la Virgen de la Concepción y -sobre todo- de la Virgen del Valle, terminó de confirmar de manera definitiva, que Jerez ya sabia vivir, preparar, y celebrar con hechuras y solemnidad, este tipo de eventos hasta entonces muy alejados a nosotros.

La resaca que dejó la estela verde del manto de la Esperanza, abrió además otras posibilidades similares de cara al futuro, y en este sentido, tanto por la Escuela de San José como por el templo de la Victoria, comenzaron a sonar voces con anhelos coronativos, que nos hicieron barruntar que más pronto que tarde, aumentaría el número de dolorosas coronadas en Jerez.

Sin embargo, cinco años después, mientras por la Yedra se siguen recogiendo los frutos de aquella Coronación Canónica, por el resto de la ciudad sopla un viento frío y distante, que no nos hace concebir para nada, la posibilidad de que algo así pueda llegar a repetirse. No se trata ya de que desde Palacio se haya pedido mesura ni nada parecido. No. Se trata de una falta total de intenciones, al menos de intenciones que palpiten en lo cotidiano de dos hermandades de solera y empaque, como son la Soledad y la Estrella.

Así que media década después de lo vivido en la Yedra. Casi diez años después de lo vivido en San Telmo, y casi catorce años después de lo vivido en las Viñas, parece que aquel fuego anda apagado, ya que son prácticamente nulas las referencias que nos llegan acerca de estas dos posibilidades, todo lo contrario a lo que en su día propuso -por ejemplo- la Hermandad del Cristo, inventora de una petalada el Viernes Santo en Puerta de Sevilla, que nació como reclamación elegante de la Coronación de la Virgen del Valle, y que al final ha terminado por consolidarse como algo fijo y esperado, cada tarde del Viernes Santo.

Tiempo hay de reconducir la situación, si es que de verdad se desea tanto en la Escuela como en la casa de la Soledad, que sus dolorosas puedan ser coronadas algún día. Y si no es el caso, vano es el hecho de que en su día se anunciaran expedientes instructores de ambas causas.