''Domingo de Ramos: Volveremos'' por Andrés Pérez Montilla

El día de la Alegría, el de las campanitas jubilosas en el patio de San José, las palmas y colgaduras en los balcones; los trajes de chaqueta con olivo en las solapas; la mañana de misa y tapeo en el centro… en definitiva, qué difícil es hablar de la grande que es el Domingo de Ramos.

Ya sabemos que este año, de nuevo, no habrá nazarenos en la calle, ni la primera venia en Aladro, carrera oficial, bullicios, olor a hamburguesas en la Plaza de la Asunción, carritos de chucherías, costaleros, miradas al cielo, niños pidiendo cera, palmas ondeando por la Plaza Rivero, la intimidad de San Miguel, las primeras marchas, los capataces, las revirás de ensueño… pero sí que podremos volver a encontrarnos con la mirada misericordiosa de Cristo Rey, oír saetas junto a Jesús del Consuelo y Madre de Dios de la Misericordia en la Merced, embelesarnos con el rostro sereno de la Virgen de la Paz a escasos centímetros de nosotros y bajar a la Ermita de Guía para rezarle a la Virgen del Perpetuo Socorro. Y si por si todo esto fuera poco, recuerden que la jornada de hoy nos regala estampas históricas junto al Señor de Pasión, que vuelve a la que fue durante mucho tiempo su casa.

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Por eso el Domingo de Ramos es tan bonito y aunque el toque de queda vacíe las calles antes de tiempo y lo llene de silencios apesadumbrados por todo lo que fue, y no sabemos si volverá, sepan que la nostalgia y la tristeza son más llevaderas en el regazo de una madre, por lo que no olviden dejarse acunar un momentito junto a la Virgen de las Angustias.

Volveremos, claro que volveremos…

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