''Doñana, entregados a un sueño'' por Álvaro Ojeda

Desde que fui pregonero de Guadalcacín y dejé caer mi oído por los rincones de la vieja colonia pedánea, pude comrprobar que lo que allí germinaba entre parcelas de campo, justo donde termina la pista de despegue de los aviones, no era algo que se viera limitado a aquel rincón. Nada de vallas al campo. Aquellos niños, no estaban diseñando algo con tanta calidad solo para los ojos de quienes solo veían cofradías por Onda Jerez, en absoluto; aquella creación tenía un objetivo claro, ir al centro y hacer historia cofrade, como la hermandad que más camina en nuestra Semana Mayor de toda España.

Hice seguimiento, y pude comprobar cómo su primer tiro entre los tres palos a Palacio, hablaba de furgonetas, iglesias diferentes de salida y llegada y… un desmochado plan de ataque para alcanzar un sueño que se alejó definitivamente, con ese disparo al portero que fue atajado sin rechace ni córner a favor de los de Guadalcacín. La puerta estaba cerrada a cal y canto. Casi no había tiempo para más. El arbitro miraba la hora.

En ese momento, decidí que si me dejaban recomponer el sistema de juego, posiblemente en el único ataque que les quedaba, el de la segunda y definitiva intentona, podría hacerles ganar el partido; el empate (quedarse igual) no les valía. Y allí que me puse a maquinar en mis horas de bici, el cómo y cuándo venderle el SÍ al que dijo NO. Primero lo hablé con la hermandad. Les gustó, y me dieron luz verde. No tenían nada que perder, y sí mucho que ganar. Algo así como que el portero suba a rematar el último córner.

¿Cuál era el plan? Sí, eso es, el plan que todos conocen y que hizo suyo como primicia la edicion del Diario de Cádiz en Jerez. Pues bien, antes de que lo malcontaran, en mi mente llevaba una temporada; solo había que buscar el momento, la inspiración y el arte de soltarlo, vamos… golpear la pelota para que entrara por la escuadra. Lo difícil. Y hace ahora justo un año y tres meses, en mi efímera vuelta a Doñana por romería, esperé paciente a que la Virgen me pusiera en suerte a Don José. Y llegó el viernes, y tras la misa, a nuestro Obispo se le antojó montarse en el viejo Land Rover que mi padre había llevado al camino.

- ¿Ojeda, es tuyo?

- De mi padre, Don José ¿le gusta?

- ¿Lo puedo conducir?

- Hombre, por favor…

Y ahí me senté junto a él como si fuera Luis Moya, para que no se comiera un pino, demostrándome una pericia 'dakariana' durante las dos horas y pico que duró el paseíto, y que terminó con un Land Rover vacío donde solo quedamos Don José y yo. Nos paramos en un tramo del camino antes del almuerzo a ver cantar a un grupo de gente. Al rato, Don José me dijo que cantaban regular, y que ya era hora de ir a comer, y en ese momento, solo los dos... camino del viejo cacharro rociero, vi un guiño de la Virgen de esos que aparecen en el Coto buscando la magia que solo aparece en Doñana.

- ¿Una copita Don José?

- Pero cortita.

- Venga vale, que lo que tengo que contarle hay que rematarlo con un brindis y un trago.

- A ver qué me quieres contar Ojeda, que te temo.

Se la puse, y copas en mano a la sombra de un pino a eso de las tres de la tarde, le expliqué el plan diseñado sobre una bici, para hacer historia desde Guadalcacín.

Bajó la mirada, volvió a subirla y puso sus pegas, insistí… y le repasé todo el plan donde los pros ganaban por goleada a los contras. Guardó silencio… le dio a la copa el ultimo sorbo, y la virgen del Rocío en esos segundos,,, hizo el resto.

- “Que me lo manden por escrito y ya veremos; venga vámonos”

- GOL.

Y desde entonces, ya conocen el largo recorrido de espera que han tenido en La Entrega hasta culminar un sueño, del que nuestro Obispo tiene mucha culpa. Ahora toca bordarlo, para que entre todos consigamos que no despertemos del sueño cada Sábado de Pasión, para siempre…

Fue en Doñana, un viernes, y la Virgen fue juez y parte. 

Y una cosa más... no se olviden de Ella al llegar a Letrán, porque desde lejos, en su azulejo y entre faroles, sonreirá orgullosa de aquello que susurró al gran hombre de Osuna que os dió la gloria por la que tanto habéis luchado.

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