Los que estaban allí, lo cuentan como algo que no se les olvidará nunca. De hecho, desde la misma tarde del domingo, no hablan de otra cosa. Y tuvo que ser, además, el día en el que el Evangelio del Domingo hablaba de cuando Jesús devolvió la vista a un ciego. Así ocurrió también en el Carmen. Que Cristo devolvió la vista a un grupo de ciegos, que nunca habían visto al crucificado valiente de Diego Roldán. Y lo hizo, permitiendo que sus manos hablaran, mientras tocaban. Primero al Señor, y luego a la Virgen del Buen Fin. ¡Qué guapa es! Decían algunos.
Una experiencia que ha permitido enseñar un retazo de Semana Santa a quien hasta ahora no había tenido ningún contacto así con nuestras imágenes. Y es que, los caminos del Señor son insondables, así que, quién sabe el por qué de estas cosas. Ah, y por cierto, hubo en un momento determinado de la visita, quién llegó a comentar la mucha sangre del Señor, y los moratones que tenía en su piel. ¿Cómo es posible esto?