''El laico de Jerez es tonto'' por Álvaro Ojeda

El otro dia, me entere de que exite en Jerez una plataforma laicista. Y me enteré, porque vi un articulo que se titulaba "¿De verdad merece la pena este secuestro del espacio publico?" acompañado de una foto de los palcos de la Carrera Oficial. Sonrisa socarrona, pinchazo en la noticia y a descojonarse, pensé. Efectivamente, el gilipollismo y el aburrimiento humano llega a limites insospechados. Ojo, que los laicos tienen todo el derecho del mundo a no entender a cien tíos cargando a las tantas con un trozo de hierro, o a la gente llorando ante lo que ellos llaman 'muñecos de madera'. ¡Yo, si hago un ejercicio de empatía, los entiendo! No todo el mundo puede pensar como nosotros ni sentir cosas como los que hemos sido educados (adoctrinados según la cultura laica) en la fe cristiana.

A estos señores, que seguramente tengan como referente a la 'portavoza', en su necesidad de hacer ruido (que es gratis y está al alcance de todos) les molesta "el plató cinematográfico que secuestra las calles del centro durante más de cuarenta días" y añaden... -ojo a esto queridos lectores- ''¿en que beneficia esto a la ciudad?'' ¡Tócate los cojones! Así que comienza el Ojeda más puro; si no les gustan mis verdades, dejen de leer.

Estos amigos laicos exponen lo siguente: “El “potaje” que supone el poco optimizado planteamiento del centro de nuestra ciudad con respecto al tráfico o a la accesibilidad, recibe estos días su ingrediente estrella, el montaje de los palcos de nuestra particular “semana grande”; porque, ¿hay algo más grande que una semana de once días?. Un potaje que en Jerez se cocina a la vieja usanza, a fuego lento. Tan lento que le llevará casi el mes y medio que resta hasta el Domingo de Ramos para que esté listo”.

Desde luego el laico que escribió este párrafo no tiene ni puñetera idea de lo que es un tortillón del Maypa y una cerveza helada mientras espera en su palco a que venga la Amargura. Seguimos.

Con ironía, el 'Cervantes' de los poco creyentes, se dirige al pueblo de Jerez recordando las múltiples dificultades que, desde ya, estas estructuras provocarán en su vida diaria: “Querido vecino, querida vecina, armémonos de paciencia. ¡Qué son 41 días comparados con la Eternidad! Y si tienen la suerte de no verse obligados a sortear parte del atrezzo, o retener su vehículo más de lo normal en sus quehaceres diarios, no bajen la guardia y vayan con mil ojos; puede que a la vuelta de la esquina se encuentren con el ensayo de alguna cofradía ocupando la totalidad de la calzada y sin señalizar. ¿Chalecos reflectantes? ¿Ordenación del tráfico? No, de eso no hemos dicho nada".

Y hasta aquí una muestra más de lo triste que tiene que ser nacer en Jerez pudiendo haber nacido en Sidney o en Tigre (Buenos Aires) donde no hay nada eso que no te gusta.

¿Pues saben qué les digo? Que a mí no me gustan las zambombas, y me las como porque crean riqueza para mis vecinos y los empresarios. La gente disfruta, se divierte, canta, se comunica, hace ciudad, hace centro, y enaltece el nombre de un Jerez que por si ustedes fueran, estaría con todos los muñecos quemados que es lo que les ha faltado decir en el articulo.

Esos palcos, queridos amigos del laicismo, son un pequeño grano de arena en todo lo que para bien mueven nuestras cofradías en la ciudad, posiblemente, lo que ustedes no conseguirán nunca en lo que ayuda al prójimo se refiere ni naciendo mil veces.

La Semana Santa y sus cosas, incluidos los palcos, invitan a la calle aunque no te guste el mundillo. Tal vez el problema no son los palcos, son ustedes, a los que no les gusta nada... ni tan siquiera tomarse una cerveza mientras disfrutan del ambiente de-lo-que-to-ca. Y si no les gusta lo-que-to-ca hagan como yo en Navidades: se compran una bici, y se van al quinto carajo a dar pedales mientras pasan las fiestas.

Y es que como diría herrera, ''más que botellines...''