Es hora de empezar a quejarse

01/09/21 Cofrademanía Cofrademanía

Seguramente, muchos de ustedes ya conozcan la intención del Ayuntamiento hispalense, de comenzar a tramitar desde ya la próxima edición de la Feria de Abril de Sevilla, cita que si todo va hacia mejor, tendrá lugar a finales de abril de 2022, eso sí, según el plantemaiento previo que este martes publicaban los compañeros de 'la Voz del Sur', con medidas especiales anti contagios, que podrían ir desde el aforo en las casetas, hasta la obligación de circular en un sólo sentido por las calles del Real. Bien. perfecto.

Al parecer, esta 'activación ferial' viene provocada por las quejas de los caseteros, quienes a través de David Martín, presidente de la Asociación Andaluza de Empresarios de Hostelería de Feria, han alertado al Ayuntamiento sevillano de que será muy difícil poder montar la feria del año próximo, ya que el sector hostelero lleva sufriendo quince meses de coronavirus y restricciones, en los que las ayudas han brillado por su ausencia.  

De hecho, muchos caseteros han comunicado a los propietarios de las casetas que no podrán atender la instalación del próximo abril, con lo que nace un nuevo problema... todo ello, claro está, si es que finalmente puede haber Feria de Abril 2022.

Así que visto todo esto, al sector cofradiero andaluz tampoco le vendría nada mal empezar a quejarse en voz alta, igual que hacen los caseteros sevillanos, ya que a la hora de exigir que se nos trate igual que al resto de los mortales que se reúnen en auténticas bullas tumultuosas -dígase en conciertos, en playas, en el fútbol, en los teatros, o en los chiringuitos- con excesiva facilidad se nos olvida que nuestro mundo, el de la Semana Santa, también da de comer a cientos de miles de familias en Andalucía que viven directamente del arte y de la artesanía cofradiera. 

Ceras, flores, hoteles, bandas, imaginería, orfebrería, bares, bordados, seguros, costura, talabertería, carpintería, ambulantes... son conceptos que también han sufrido ¡y de qué manera! con las prohibiciones que la COVID ha traído de la mano. Y ya no es que se tate de una supuesta 'guerra santa' contra la Iglesia, en muchos casos contando inluso con la anuencia de la curia que no ama precisamente todo esto de la religiosidad popular. No. No se trata de eso. Se trata de respetar a los que trabajan para nosotros, y dan de comer a sus familias con su labor, igual que intentamos hacer todos, germio de la hostelería incluido.

Por eso hay que exigir igual que exigen todos.

Y ya que lo que prima a nivel político es al parecer, la recuperación de la actividad comercial -generadora de suculentos impuestos- recordemos enérgicamente y en voz alta, que la industria cofradiera también tiene que volver a resurgir como todas las demas de una puñetera vez, con todos sus derechos y todas sus ayudas. Y ahí, queridos amigos, resulta fundamental volver al culto público en la calle, la mejor ayuda sin duda que estos colectivos pueden recibir de las autoridades públicas, y para eso es fundamental que empecemos a movernos y a reivindicar igualdad para todos.

¡Que luego bien que se nos cae la baba contando lo buenos que somos haciendo acciones solidarias desde nuestras bolsas de caridad!

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