"Fernando Martín, In Memoriam" por Francisco Zurita

04/12/25 Cofrademanía Cofrademanía

Cuando alguien se nos marcha de esta vida, buena parte del dolor que sentimos es por nosotros mismos, víctimas de la soledad y de los vacíos que el ser querido deja en nuestra alma y en nuestro día a día. Hoy se nos ha marchado alguien que va a dejar muchas almas huérfanas de bondad y que, en el silencio de la noche, se acostarán con su recuerdo.

Fernando Martín era de esas personas que siempre tenía un hombro para el que necesitara reclinar la cabeza sufiriente, oídos fieles y pacientes para escuchar al sediento de consuelo y, sobre todo, palabras generosas y sinceras que calmaban los anhelos de los que buscaban los más sabios y mejores  consejos.

No llamaba la atención, ni rompía el silencio con palabras huecas o estridentes; más bien su discreción rayaba lo insultante para un mundo que busca la notoriedad y el reconocimiento como su bien más preciado. Le bastaba saber que cumplía con su obligación..

Defendía la verdad y la justicia, el bien común y el amor fraterno, aunque ese empeño incesante le generara problemas con su corazón y la incomprensión, al menos inicial, de los que no compartían sus postulados.

Era el ejemplo perfecto de cofrade entregado y convencido que sabía poner cada cosa y a cada cual en su sitio,  de paciencia infinita, de misericordia plena. Un cofrade que siempre resaltaba nuestra condición de mensajeros de Cristo, testigos de su palabra y que era, por encima de todo, devoto fiel de nuestros Sagrados Titulares en los que veía el camino hasta Dios.

Y es que era fiel consigo mismo y también con los demás, que es decir lo mismo que ser fiel a Dios. Y siendo fiel a Dios, se es fiel con todos los que compartimos este viaje terrenal.

Fernando era calma en la tormenta, un oasis en la inmensidad del desierto, una bocanada de agua fresca en el fragor de de las discusiones, la roca firme a la que agarrarse cuando los contratiempos y sinsabores de la vida hacen tambalearse los cimientos de nuestras propias creencias.

Compartimos muchos momentos buenos y también menos buenos de nuestra etapa a cargo de la Hermandad del Desconsuelo y, hoy, con la clarividencia que otorga la pátina del tiempo, puedo afirmar con rotundidad que sin Fernando nada hubiera sido igual…..¡De bueno!

Porque sin él, los logros hubieran sido menos logros, y los fracasos habrían resultado más estrepitosos. Ante ellos siempre respondía con una serena sonrisa que confirmaba que todo lo que hacíamos era por amor a la Hermandad y hacia aquellos a los que servíamos.

¡Yo lo sé, Fernando!. Y lo saben muchos de nuestros hermanos, pero sobre todo lo sabe la Virgen del Desconsuelo y ese Señor de las Penas, que para recibir a su querido hermano, ha trocado sus penas en alegrías y  ha desatado sus manos para abrazarte  en el cielo.

No lloro por ti, Fernando. Lloro por tus hijos, por tu esposa, por tus hermanos, por toda la familia rojinegra que tanto te quería y te admiraba.  Y desde lo más profundo de mi corazón, lloro por mí, querido amigo, querido hermano, porque te voy a echar mucho de menos.

Besa ya las manos de tu Virgen y los pies de tu Señor de las Penas hasta que, cuando Él lo disponga,  pueda hacerlo contigo.

Tu amigo y hermano
Paco Zurita
Diciembre 2025

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