"Hasta siempre, Majestad" por Álvaro Ojeda

Mi primera vez fue cuando tenía once años, y mi abuela me dijo "..te voy a llevar al negrito, que me ha dicho que es muy bueno". Yo sufría de los oídos, y al parecer, aquel medico de la Avenida de la Serrana esquina con Icovesa, era la solución. Aquel medico, era libanés, y no era negrito: "era oscurito", como al final reconoció la 'Yeya'.

En su consulta, siempre colgaba un cuadro de Líbano. Yo siempre le preguntaba por él, que como era aquello y cómo se vivía allí. Aquel doctor siempre contaba lo mismo, eso sí, sus ojos brillaban con una ilusión desmedida. Era su tierra; la que lo vio nacer.

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Pasaron los años, y yo fui creciendo, teniendo a ese médico, como el médico de mis oídos. Luego, conocí a su hijo Pablo, en La Salle, y con esas dos cosas, se mantuvo el vínculo.

Mi última vez, hace tres semanas, en la piscina. Me lo encontré nadando, y le dije que aquel oído de niño estaba otra vez dando la cara. El médico del Libano me dijo que ya estaba retirado, pero que un buen amigo me atendería mejor que él. Hasta hoy...

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Mauricio Geara falleció en su país hace dos días. Se ha marchado un jerezano con sangre libanesa. Un libanés con sangre jerezana. Se ha ido, un hombre que se subió a la carroza sin buscarlo, un hombre al que no le hacía falta corona para demostrar que para ser grande y buen cristiano, no hace falta salir de nazareno, ni pasear varas doradas, ni ser de ninguna cofradía.. ni tampoco ir al Rocío.

Mauricio Geara, aquel Rey Baltasar sin pintura, jamás busco la foto. Se dedicó a buscar todo lo posible para su pueblo, el de allí y el de aquí, dejándose los nudillos en la puertas, las suelas de los zapatos por las calles, y las yemas de los dedos en el teléfono. Todo ello, salpicado con más de diez horas de trabajo al día.

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Ahora, tocará que este hijo adoptivo, reciba más pronto que tarde, una calle en su memoria. La memoria de Don Mauricio Geara, mi médico, ese que le demostró a Jerez con su calidad humana y sus logros solidarios, que los Reyes Magos sí que existen...

Hasta siempre Majestad; que Dios lo tenga en su Gloría.

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