"¿Desptopósito?; No. ¡Esperpento!" por Luis Cruz de Sola

16/09/19 Cofrademanía Luis Cruz de Sola

No voy a entrar en la suma de hechos en torno a la Hermandad del Prendimiento que llevamos viviendo con vergüenza todo el verano, que han generado una situación esperpéntica que escandaliza a la Andalucía cofrade y no tan cofrade, provocado un sinfín de comentarios más o menos acertados con choteos incluidos por la inutilidad demostrada, activado los consabidos escritos anónimos de cobardes que no dan nunca la cara, irritado a quién se ha sentido ninguneado por solo poner buena voluntad, molestado a los pocos que han abierto un postigo público para intentar un arreglo y, lo peor, hacer sufrir a muchas personas que han visto mancillado su honor y su dignidad, que tienen familias, amigos y entornos que se preguntan continuamente si esto merece la pena y no es mejor dejar que terminen de destruir a la Iglesia quienes tanto se vanaglorian de defenderla.

No voy a entrar, repito, porque se ha llegado a tal nivel de ridículo, fruto de la sinrazón y de la soberbia de unos pocos, que hablar de ello solo genera tristeza y pesar para los muchos que queremos a nuestra Iglesia trabajando desde la parcelita pequeña, muy pequeña, pero tan importante, de las hermandades.

Y es que no paramos de preguntarnos si nuestra Diócesis, con más de cuatrocientos mil bautizados, una carencia de sacerdotes que está provocando que se vaya a buscarlos donde sea, falta de nuevos templos en enormes zonas de expansión densamente pobladas, un clero que, según cuentan ellos mismos (con la boca chica, claro), está cabreado y molesto con muchas decisiones adoptadas y con la permisividad que se otorga a los “protegidos”, una lucha permanente contra todo lo que huela a órdenes religiosas masculinas, unas iglesias cada vez más vacías porque la gente huye de lo que se encuentra, unas ciudades tristes por el paro y la falta de expectativas donde las palabras de esperanza del Evangelio de Cristo son más necesarias que nunca, y podríamos seguir…

No paramos de preguntarnos, repito de nuevo, si en nuestra Diócesis no hay más problemas que solucionar que el que una banda vaya delante de un cortejo, que la carrera oficial coja por tal o cual sitio o que se haya cesado a un capataz. ¿De verdad estos son los problemas en los que tiene que entrar toda una curia entera? ¿De verdad estos problemas merecen la posibilidad de ver a algunas buenas personas en boca de todo el mundo, con el riesgo de tener que acudir a un juzgado, o de que Roma empiece a preguntarse si aquí estamos locos?

¿No será que esa soberbia que se inocula en vena en los seminarios, que va haciendo mayor efecto a medida que se cumplen años o se asciende en cargos, está obnubilando a las personas que tienen que tomar decisiones hasta el punto de la obcecación mental? ¿No será que, desoyendo el Evangelio, la doctrina de la Iglesia, los dictados del Papa, y hasta el sentido común, no se tiene la humildad suficiente como para decir que todos cometemos errores, que este tema del Prendimiento se ha llevado fatal desde el primer momento, que hay que rectificar y, simplemente, pedir perdón?

Pues todos ganaríamos mucho si observáramos y viviéramos como nuestros dirigentes religiosos anteponen la Justicia con mayúscula a los arrebatos personales que provoca saber que se ha actuado mal y con una concatenación de errores que parecen más provocados por el orgullo y las relaciones personales, que por la realidad de los hechos, nimios y pequeños, que han sucedido.

Llegará el momento en que se tendrá que analizar internamente como se ha podido llegar a esta situación de esperpento y quienes han sido los responsables; de comprobar si es cierta esa historia que tantas veces me han contado de Capuletos y Montescos en plan barrio de Santiago, y si es verdad que alguna frase de fincas, cacerías y títulos universitarios ha sido dicha y en qué ámbito y tono se ha dicho.

Ahora, en este momento, ganaríamos mucho, muchísimo, si nuestros dirigentes religiosos, simplemente, supieran rectificar. ¿Tan difícil es? ¿Para qué están los Sagrarios?

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