HOY ES, MARTES SANTO

Hoy nace un nuevo día, la mañana se despierta jubilosa y el barrio de San Mateo intramuros de este bendito Jerez empieza a despertar de su pequeño letargo que cada Martes Santo recupera estampas de antaño; es mañana de saludos y abrazos de recuerdos y encuentros de aquellos que durantes años vivieron en este castizo barrio bajo el manto de Nuestra Señora del Desconsuelo.Aquellos jóvenes que partieron a otros barrios extramuros de nuestro Jerez, cada Martes Santo tienen una cita obligada con su Señor de las Penas, que cada salida procesional se revisten de rojo y negro con los colores de su barrio recogiendo el heraldo de aquellos que en el recuerdo, siempre presentes, se fueron junto al Padre y que desde los balcones del Cielo contemplan a su cofradía cada Martes Santo. Publicidad Las palmeras de la Plaza del Mercado esperan expectantes algún día con ilusión como los hermanos de la Hermandad la coronen canónicamente a Nuestra Sra. del Desconsuelo que el barrio venera desde antaño, siempre al servicio de la cofradía y fomentando la devoción a la Virgen desde 1700 entregándose en la construcción de la actual Capilla del Sagrario donde se perpetuó con una lapida las indulgencias concedidas a aquellos hermanos que participaron en su construcción, una bendita imagen que al igual que el Varón de Dolores es la bandera de este barrio de San Mateo. Y del Señor de las Penas desgarrado de dolor al Amor de Cristo revestida su penitencia en blanca pureza en una tarde de colores y contrastes donde los sonidos despiertan los sentidos de un cautiverio de Cristo lleno de plegarias de jóvenes cirineos que portan con amor a lo más alto de los cielos a un Jesús Cautivo admirado por muchos y despreciado por otros. Publicidad Majestuosa y Reinante Nuestra Señora de los Remedios acompaña dolida y llena de tristeza a su Santísimo Cristo del Amor, muerto, por las calles de Jerez derramando su ternura, a sus pies su madre contemplando a su hijo en la Cruz bajo la atenta mirada de los centuriones romanos que eran testigos de la condena de Cristo, Jerez le dice: "Madre no dejes sin remedio a este pueblo, no dejes que tome caminos adversos para que todos los jerezanos podamos ser tu palio imaginario y alumbremos tu camino de amor hacia el mas grande." Queremos ser pelícanos y desgranarnos para derramar nuestra sangre si fuera necesario por esta España nuestra, rota por las diferencias de algunos que no saben lo que quieren, pero Cristo no nos dejara indefenso, será Defensión de nuestra patria. La Defensión de nuestro Señor es Cartuja escolta de este Jerez donde entre centenarios muros se respira el silencio y la oración, la entrega y el trabajo, que decir, de esta comunidad religiosa que tanto bien hizo a Jerez, las palabras sobran para hablar de tanto entrega y dedicación a lo largo de los años. Publicidad Hoy con la misma ilusión y jóvenes de espíritu después de cincuenta y un años cada tarde de Martes Santo revestidos con la túnica que algún día será mortaja de nuestro cuerpo inerte y muerto, donde en polvo nos convertiremos, son penitentes de Cristo siempre mirando a un futuro lleno de esperanza bajo el cobijo de Nuestra Madre y Sra. de la O.Dicen que el Martes Santo es de esos días donde todas las formas y estilos se entrelazan para dar más magnitud si cabe a nuestra religiosidad popular en una tarde llena de esfuerzos y entregas. De centro a norte parten nuestras cofradías no todas por calles bellas y hermosas ni quizás la zona mas noble de la ciudad pero si un barrio que bajo las inquietudes de unos jóvenes que aun revestidos con la coraza de niños han creado lo que ya es una realidad la Hermandad de la Clemencia, estos niños que de la mano de D. Rafael vieron realizada sus ilusiones aquella primera tarde que su grandioso paso de misterio posó sus cuatro zancos en la carrera oficial portando a su Cristo nacido de la gubia de los hermanos Ortega Alonso. Publicidad Hay una letra de una saeta que dice que los olivos lloraron gotitas de sangre cuando Judas entrego a Cristo con un beso; en ese preciso instante se empezó a escribir la historia de los tiempos y el hijo de Dios padeció entre penas, clemente e indefenso pero lleno de amor se entregó a una redentora muerte por todos nosotros.