"Hoy hubiese sido el día..." por Andrés Cañadas

Todo lo que tiene que ver con El Rocío, con los caminos, con el Coto, con la romería, y con la Virgen, lleva impreso a fuego, el marchamo de Almonte. A lo largo de la historia de esta universal devoción, ha habido épocas en las que otros alardes de protagonismo intentaron desviar este principal axioma, creando debates estériles y corrientes de opinión contraria a lo establecido, y así surgieron sevillanas con letras que todos ustedes recordarán perfectamente, tertulias y artículos en medios de comunicación llenos de incorrecciones políticamente correctas, etc...

Pero la realidad, clara u oscura, que eso da igual, sólo señala un camino cuando nos dirigimos hacia las cosas de la Virgen: que el Rocío es de Almonte, y que Almonte es el Rocío. Pero no porque lo haya dicho nadie en particular, ni porque así lo entiendan los almonteños, ni porque unas corrientes de opinión u otras puedan valorar de diferente forma todo este entramado popular y religioso. No. El Rocío es de Almonte, porque fue la misma Virgen la que estableció allí su bendita presencia, el día que decidió aparecerse ante Goro Medina. Punto.

Igual que hizo en Fátima ante los tres pastorcitos, o en el Cerro del Cabezo aquella noche de luces y campanas, la Reina de las Marismas decidió un día salirnos al encuentro por las Rocinas, y aquí se cierra el debate. "No hay más preguntas, señoría."

Y en Almonte se vive un día especial cada siete años, cuando su Reina y Patrona decide salir de la Parroquia de la Asunción a la que regresa cuando las venidas, y ese día, domingo previo al regreso a su aldea, hubiese sido precisamente este día 17 situado en medio del mes de mayo de 2020. Un domingo que tras las tormentas de esta semana, nos regalaba a primera hora un amanecer radiante y luminoso, como hubiera correspondido al día de paseo que todos aguardábamos junto a la Blanca Paloma.

Pero nos toca vivirlo en la distancia. Recordando otros años. En vídeos y en fotos... y compartiendo dolor con los nuestros a través del wasap. No queda otra. Por razones que sólo Él sabrá, el Señor ha decidido que este año toca pandemia, así que nos toca hacernos más fuertes en la Fe, a base de rezar en soledad, y no junto a los nuestros. Nos toca llorar en silencio esta ausencia de la presencia de la Santísima Virgen del Rocío, y nos toca acordarnos de la buena gente de Almonte, que hoy lo estará pasando mucho peor que nadie. Seguro.

De hecho, en un ejercicio de responsabilidad, la Hermandad Matriz tiene organizada una visita a su Madre, que contempla sólo asistencia al templo de lunes a viernes, así que hoy toca demás, puerta cerrada en el pueblo, o lo que es lo mismo, que la Virgen no pueda gozar de sus hijos, ni siquiera de los que viven y duermen junto a sus muros. 

Este es El Rocío que la vida nos ha encomendado este año. El Rocío sin cante. El Rocío sin sevillanas y Simpecados, y velas en su velero, y cohetes anaranjando la noche, y luz blanca como de Ángeles en aquella espadaña que pone firma y rúbrica al reflejo sobre los juncales. Un Rocío de lentos pensamientos. De oraciones en solitario. De recuerdo a los que ya se nos fueron después de dejarnos como herencia su mejor legado al amparo de la Virgen, y el de las obras de Misericordia por quienes han sido atropellados por esta epidemia que llegó de Oriente, cabalgando sobre el sol del mes de enero.

Un Rocío solo para la Virgen, hoy encerrada tras la puerta en la que brilla la foto de mi hermano Óscar y de 'Mamé'. 

¡Espéranos Señora, que volveremos! ¡Tenlo claro!

¡Viva la Virgen del Rocío! ¡Viva esa Blanca Paloma! ¡Viva la Reina de las Marismas! ¡Viva la Patrona de Almonte! ¡Y que Viva la Madre de Dios!

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