Humilde, elegante, y solemne

Cuando uno tiene la suerte de ir conociendo los primeros pasos de una corporación nazarena, tiene al mismo tiempo la suerte de ir asumiendo los orígenes de lo que algún día, todavía muy lejano, será considerado como algo 'de toda la vida'. Y eso precisamente, es lo que está ocurriendo con la Hermandad de la Salud, de San Rafael.

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Porque los niños que ahora acuden de la mano de sus padres al traslado del Señor al altar de quinario, algún día serán los que porten a la imagen, los que eleven ese efímero altar, o incluso los que conozcan la reforma, cambio, o ampliación, de su actual sede canónica. Ellos dirán algún día, que el traslado de la imagen se lleva haciendo así 'desde siempre', pero quienes estamos por aquí ahora mismo, sabemos que esa afirmación está siendo construida precisamente en estos años.

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Y es ahora cuando Cuaresma tras Cuaresma, se conocen elementos nuevos en este inicio de los cultos en la parroquia. Es ahora cuando a cada traslado se unen elementos nuevos, y es ahora cuando esta sencilla pero magnífica cofradía, está siendo capaz de dibujar cosas muy de verdad, poco a poco, sin prisas, pero siempre de frente.

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Este domingo volvimos a verlo. Volvimos a ser testigos de cómo San Rafael musita en silencio cuando se mueve el Señor de la Salud, y sólo los cirios son testigos de lo que ocurre a partir de las ocho de la tarde. Un ratito de esos que gusta vivir cada mes de marzo, que algún día pondrá el cartel de 'no hay billetes', ya saben, cuando algún joven hoy todavía niño, comente aquello de "...el traslado de mi Señor se lleva haciendo así toda la vida.".

¡Enhorabuena!