'Humor cofrade y otras herejías' por Darío de Jerez

Las redes sociales en las que vivimos están acabando con el chiste. Y esto sucede, precisamente, en una época en la que más chistes (y en más formatos), podemos llegar a procesar a lo largo de toda una jornada. Pero en el ciberchiste, como en casi todo, existe una jerarquía. El más básico de todos, yo diría que es el audio de toda la vida. Bueno, ahora es en formato de audio de WhatsApp preferentemente, pero quiero decir que no ha cambiado nada desde aquellas cintas de Arévalo o Esmeralda de Sevilla (nota para millenials: búsquenla en Youtube) que podían encontrarse en expositores de toda venta o gasolinera que se preciara y que solía residir en cualquier guantera. No es que sean malos; hay de todo. Lo malo es que hay que perder tiempo en oírlos y personalmente soy de los que mira primero la duración y si es de más de 8 segundos, pasa directamente al cielo de los ciberchistes, si es que eran buenos.

Luego está el videochiste, que puede ser un chiste representado en video, contado, o su versión más deprimente, escrito. A estos les doy más oportunidades, siempre y cuando no duren más de 15 segundos, claro. Y por ultimo y aquí llegamos a uno de los grandes avances de la Era Digital, está el MEME; pienso que de entre todas las formas de humor que pueden emplearse y aplicarse a las cofradías, el MEME alcanza la perfección. Porque el MEME es directo, claro, conciso, se puede asimilar de un vistazo. Como las buenas saetas, cuando es bueno, es punzante y directo. No importa cuanto se repita porque te hará revivir la misma carcajada de la primera vez. Un MEME bien concebido es el mejor artículo de opinión que se puede escribir, porque se esparcirá como un virus hasta alcanzarlo todo y quiera que no, dará qué pensar. Por eso hay que ser responsables con los MEMES que se crean, porque nunca se sabe a dónde y a quién pueden poner a pensar.

“Decíamos ayer” que no pasa nada por emplear el humor como instrumento para mostrar la realidad de una manera distinta a como se nos muestra. Eso nos permite enfocarla desde un punto de vista que no nos habíamos planteado para, de esa forma, mostrarnos lo estúpido o genial de ciertos factores de esta. Citaba a Aristóteles y cosas de esas que quedan muy intelectual pero es que sobre el humor se han dicho cosas muy serias, como verán. En un interesantísimo artículo que les adjunto al final de este texto (si lo pongo ahora se me van a dispersar) se dice lo siguiente: “…el humor se caracteriza por su trasgresión, en el sentido de que nos obliga a crear una interpretación distinta de las cosas. El humor refiere a la capacidad de ver los contrastes, los sinsentidos. Por eso, justamente, la religión y la política tienden a excluir el humor. Por eso también cuanto más dogmática es una sociedad, menos sentido del humor hay en ella: porque el humor permite romper las reglas, escaparse por un momento del orden establecido.” (¡Anda mira, Pedro Sánchez, una cita entrecomillada!)

¿Les suena esto de algo? No es que estemos ni de cerca en esos extremos, pero no deja de llamar la atención que en pleno debate sobre los límites del humor surgiera el famoso manifiesto por parte de nuestros hermanos mayores. Claro que el humor debe tener límites, pero esos límites deben ser auto impuestos, salvo contadas excepciones. Como decía la vez anterior, quien sesobrepase en algo será víctima de sus propios excesos y tendrá su justo castigo en forma de comentarios, seguidores o peor aun, la indiferencia.

Como tambien se dice en ese artículo: “Yo estoy entre quienes creen que el humor supone una actividad de la inteligencia, una exploración del mundo exterior, de la que se extraen algunos rasgos, que se exageran o ingresan en nuevas e ingeniosas combinaciones, capaces de sorprender y de arrancar la carcajada.” O al menos, se intenta.