Jerez, Doñana, y Rocío

Con la frase que cerró el Pregón de Bola, despedimos el trabajo especial rociero, que hace ya dos semanas comenzábamos en esta casa, para todos vosotros. Dos semanas, que se cerraron este jueves junto a nuestro Simpecado, cuando la Salve ponía el epílogo a todo lo vivido en esta romería que ya empieza a formar parte del recuerdo.

De nuevo fue el calor el protagonista de la jornada última del camino, un calor que por momentos llegó a ser bochornoso e insoportable en la carretera antigua del Calvario. Luego, el recorrido triunfal por Jerez, con paso incluido un año más por delante de la Merced, donde no faltó una reflexión del padre Felipe sobre la figura del español que dio su vida hace unos días en Londres, que nos puso a todos los vellos de punta.

Y luego, entre salves que se iban repitiendo delante de los guiones de las diferentes hermandades que fueron saliendo al encuentro del Simpecado, la llegada a Cristina, y la entrada en Santo Domingo, principio y fin del camino de Jerez. Allí sonó el último rezo, y allí sonaron los últimos vivas de nuestro hermano mayor. Y ya está. Todo concluyó, en espera de que tarde poco en llegar el año que viene, y de que vuelva a ser realidad una nueva primavera de Jerez, Doñana y Rocío. ¡Viva esa Blanca Paloma!