Jerez y la Virgen han vuelto a mirarse de frente

El Rocío vive sólo y exclusivamente por la Virgen Madre de Dios. De hecho, es casi lo único que se salva de una romería, que cada vez tiene más mentira. Bueno. A los niños dejémoslos aparte. Ellos sí son puros, y hay que procurar que no aprendan lo malo de todo esto, sino sólo lo bueno. Tarea muy difícil, entre otras cosas, porque hay cada vez más peñas que huyen de montar casas en la aldea con niños entre sus miembros. Lamentable, preferir el alcohol a la familia.

Al margen de ellos, los romeros debemos plantearnos muy en serio, para qué todo esto. Por qué todo esto. Sin ir más lejos, esta mañana de Lunes de Pentecostés, hemos vivido un absurdo en la calle Almonte, como hacía mucho tiempo que no vivíamos otro igual. Faltaban pocos Simpecados por ser visitados, cuando en un poyete -el de siempre- junto a la Hermandad de Jerez, cantaban dos chavalas una serie de sevillanas a la Virgen. Bueno, aclaro. Intentaron cantar, el paso no pudo llegar, porque al parecer, el problema para llevarlo no era de estructura sino de saber portar a la Virgen, así que ni cortos ni perezosos, los almonteños dejaron a la Virgen en el suelo, y cogían en 'papahuevos' -así como leen- tanto a las dos cantoras, como al guitarrista que las acompañaba. Y a cantar, y a pedir silencio a toda la calle Almonte, y toda la calle Almonte escuchando una seria de sevillanas de voz gritona, que al parecer debían de ser muy emotivas.

Terminó este mini concierto, en el que se pidió incluso que cesara el tañir de la campana de la Hermandad de Dos Hermanas, y entonces visitó la Virgen los Simpecados de Dos Hermanas, Rota, y Jerez. Al primero de ellos, la Virgen se acercó como con lástima; del segundo de ellos, simplemente se pasó olímpicamente mientras el sacerdote se dejaba el alma intentando levantar aquello; y al de Jerez, la Virgen se acercó todo lo que pudo -que ni de lejos fue lo que fue en otros años de glorioso recuerdo- y marcha atrás que nos vamos, con amenazas incluso de algún loco de camisa beige, que no tiene ni repajolera idea de lo que significa El Rocío.

Y poco más. Así culminábamos una procesión en la que luego, hasta la Ermita -con recogida a las once y media de la mañana- sólo hubo carreras y empujones, como ya antes los había habido desde la salida de la Señora a las tres menos diez de la madrugada, hasta la llegada a la Hermandad de Pilas en poco más de quince minutos. Psicosis de las gordas por si llovía, como si la Virgen no se hubiera mojado nunca, y al final prisas para nada.. visto lo visto.

En fin. Al menos hemos vuelto a mirar a la Virgen a la cara, con todo lo que eso significa. Grande y solemne. Pero qué pena que el Rocío sea más de verdad cuando se habla con los mayores cualquier día del año, que cuando tenemos la suerte de tener a la Madre en la calle, y delante de nosotros. En fin. También esto, suponemos, serán las cosas de la Virgen.