La crónica del Sábado de Pasión: Con fecha de caducidad

Tiene fecha de caducidad, y esa es la reflexión más importante de cuantas podemos guardar tras lo vivido el Sábado de Pasión en Jerez. Ese al menos es el titular que nos dejó Joaquín Perea, delegado diocesano, cuando salimos de la Merced tras ser leido el Decreto de erección canónica de la nueva Hermandad de la Misión. Las vísperas son sólo un tránsito hacia la Carrera Oficial, y así será por unos años, y luego nada. Vólverá el vacío, porque ya estarán ´las nuevas´en la calle Larga, diciendo adiós a esta jornada ahota tan bonita, jornada que pudimos disfrutar un año más.

Y lo hicimos, aún a pesar del cierto estancamiento en general detectado en número de nazarenos, porque las siete cofradías pusieron mucho de su parte, tanto a la hora de regalarnos emociones -en eso también es grande el día- como a la hora de afrontar un regreso, que contó con la cierta amenaza de la lluvia que calló en El Puerto sobre las once de la noche. A casa sin pausas, y a tener cerca la puerta por si acaso. No pasó nada.

Por lo demás, un Sábado de Pasión de los que nos gustan. Cada año a más, con pasos a los que ya se les va viedo la próxima hechura tanto en talla como en conjunto iconográfico, como nos enseñaron por las Torres, o en Guadalcacín, y también por Picadueñas, donde ya se atisba la talla de su canasto. Además, especialmente intenso el paso de muchas cofradías por el centro, donde se vivió la primera gran bulla genérica de la Semana Santa, por zonas como San Francisco, San Miguel, La Plazuela y Las Angustias, siendo así que la multitud acompañó a la Salud, la Sed, y Pasión, antes de esperar que después llegara la Sagrada Mortaja, contrapunto de la noche.

Un día extraordinario que quizás a partir del año que viene ya no tenga siete cofradías sino seis.. o cinco. Una alegría, sin duda, y a la vez, una lástima. ¿O no?