La crónica: La psicosis del móvil

A la hora en punto, la parroquia de San Benito abrió sus puertas el Martes Santo, y entonces fue cuando ya pudimos ver que la borrasca que había sembrado incertidumbres por la mañana solo nos estaba afectando tangencialmente -lo de este año es absolutamente increíble- por lo que nos iba a pasar de largo, dejando precipitaciones en todas partes menos aquí, y por cierto, nuestro abrazo a los cofrades de Sevilla, de Sanlúcar, de Morón, y de tantos y tantos rincones de Andalucía.

Capirotes blancos surcaban las amplias avenidas del Polígono, antesala de lo que poco después -en rojo- sucedía en San Mateo, saliendo a la calle la Hermandad del Desconsuelo, y quedando por tanto así inaugurada una jornada, que también por Las Angustias respiraba los inciensos de la trinitaria cofradía de la Humildad y Paciencia.

Y en esas estábamos, cuando de repente todo se truncó. La Defensión anunciaba su intención de no salir, sostenida en partes que anunciaban agua para la noche, mientras que la Hermandad del Amor, alertada de lo mismo, decidía volverse rápido a casa por Plaza Rafael Rivero, Francos, etc, privándonos este año de más horas junto a la Virgen de los Remedios. Mientras, y no con pocas dudas, las otras tres cofradías decidían seguir su recorrido, eso sí, al tiempo que un leve chispeo caía sobre el centro de la ciudad justo a la hora crítica de las ocho de la tarde, chispeo que era provocado, y se apreciaba claramente, por nubes aisladas que aún se podían ver pasar sobre nosotros.

¿Se equivocó alguna cofradía? Sinceramente creemos que no, puesto que la verdad es que pasaron las dos cosas anunciadas: de una parte, que no pasó nada y que la noche resultó además hasta bonita, y de otra parte, que llovió, como anunciaron Defensión y Cristo del Amor, aunque fuera una lluvia casi imperceptible y ausente.

El verdadero problema de la jornada

Pero el problema no estuvo ahí. Cada hermandad tomó su decisión, y en eso no hay nada que objetar. Donde la jornada se volvió a ratos absolutamente fea y desagradable, por no decir otra cosa, fue en la colección de desinformaciones, mentiras y bulos, que durante casi tres horas corrieron por la ciudad, haciéndolo además sin dejar prisioneros, esto es, culpándose de lo que iba pasando al Cecop, al Consejo e incluso a este que escribe, causa incluso de análisis por parte del gabinete jurídico de esta casa.

Se llegó a dar la paradoja de escuchar en la acera a quien aseguraba una cosa fehacientemente, como que la Clemencia se había dado la vuelta porque se lo había dicho un miembro del Consejo, mientras que el propio presidente, contemplando familiarmente la cofradía, no tenía ni idea de tal cuestión, justo al lado del supuesto informante. Inaudito.

Una auténtica catarsis provocada por los teléfonos móviles y las redes sociales, cargadas de un noventa y nueve por ciento de falacias, lo que originó que en la Carrera Oficial nadie tuviera ni idea de lo que estaba pasando, hasta tal punto de ser testigos de cómo se nos aseguraba tajantemente que Humildad y Paciencia no había salido, cuando estaba pasando por delante su cortejo de nazarenos. 'Descaraje total'.

Así que una pena lo que sucedió al margen de lo que nos regalaron las cofradías, y es que es muy triste que haya gente que prefiera el móvil a las imágenes sagradas, que opten antes por el twiter, que por la mirada de la Virgen del Desconsuelo, o por la dulzura del Señor de la Clemencia, o por la serenidad del Señor que humilde y paciente reza sobre su peña.

Una pena, porque además, a base de baba, nos vamos a cargar todo esto. Ya lo verán.