La crónica: Y por fin fue Semana Santa

Y fue que el cielo se pintó por fin de azul, y que la noticia no estuvo en los partes, sino en las cofradías, y que estás demostraron que tienen ganas de seguir gritando al mundo, que el día grande de la Semana Santa de Jerez es el Miércoles Santo, y a fe que lo lograron.

Y lo lograron, porque todas ellas se dedicaron a darnos sorpresas, a cuál más agradable, la primera de ellas la que la Hermandad del Soberano Poder nos regalo en forma de excelente cortejo de nazarenos, un cortejo largo, compacto, y de indudable sabor a barrio, que encandiló al público a su paso. Túnica hermosa, y paso rotundo, que llenó de momentos otra vez, aquellos rincones donde fue imposible moverse: El Carmen, Cristina, Chapín, La Granja...

Luego, Santa Marta, con tres muy certeras cuestiones a tratar: uno, el nuevo ropaje del conjunto iconográfico, obra del taller de costura de la cofradía. No se trata de piezas que vayan a pasar a la historia, pero sí que armonizan lo que nos ofrece la corporación del barrio de San Mateo. Dos, la banda de 'La Caridad'. Es, extraordinaria, lo queramos ver en Jerez o no, y este Miércoles Santo volvió a demostrarlo. Y tres: bien por las cuadrillas, en especial por la del palio. Es difícil hacer andar bien ese paso, y Álvaro Barba lo consigue cada año, como este año volvió a conseguirlo. Enhorabuena.

Tras Santa Marta, llegó las Tres Caídas, y ¡oh sorpresa!, lo de los faroles del Señor, y lo de la túnica nueva bordada, ¡Funciona! y cómo funciona. Una auténtica delicia ver a Jesús de la Salud rompiendo su estética de toda la vida, puesto que había vida detrás de lo que antes había. Un paso completamente nuevo, tan sólo tocando un par de detalles. ¡Qué cosa más grande! Y detrás, aunque esto ya no sea noticia, la Virgen de los Dolores, simplemente puesta en un paso de palio absolutamente coqueto y extraordinario, que gritaba por allá por donde ia pasando, que no se puede salir a la calle con más gusto y elegancia.

Tocaba empezar a correr a esa hora de la noche, y la carrera nos llevó frente a la Hermandad del Consuelo. Una cofradía que va a lo suyo, y que se siente orgullosa de lo suyo, aunque a veces lleve los pasos corriendo. Asentarse cuesta mucho, pero a ellos parece que no les cuesta, porque han conseguido crear la alternativa del Miércoles Santo, y provocar silencios allá por donde pasan, aunque claro, teniendo a la Virgen del Consuelo bajo el palio, todo es mucho más fácil.

Y luego, ya con la noche por encima, tocó el turno de saborear a las dos cofradías de cierre a la jornada, las que un año más nos pusieron en el brete de tener que decidir, si irnos a La Corredera o a Las Angustias, o si quedarnos en Carpintería Baja o Tornería, como antes nos habían obligado a discernir entre la Porvera o  Bizcocheros. Las dos decisiones fueron acertadas. El Prendimiento y la  Amargura son acierto seguro allá por donde las veamos. Son cofradías que no necesitan momentos, porque ellas son el momento en sí, vayan por donde vayan, y son las que abrochan cada año, la grandeza magnífica de nuestro día grande. El Prendimiento con su dulzura, el 'Flagelado' con su mirada hechicera, la Amargura con su 'jipío' inigualable, y el Desamparo, con su belleza gitana y morena. ¿Dónde elegir, y por dónde? ¡Imposible!  

Miércoles Santo. Poco más hay que añadir cuando se unen esas dos palabras. ¿No piensan igual?