La Hermandad de la Defensión siempre ha tenido lazos históricos con el Monasterio de la Cartuja, pues en 1795 el Santísimo Cristo llegó al cenobio cartujano procedente de Valencia, para recalar definitivamente en el convento capuchino de Jerez.
En 2002 vivimos con profunda tristeza la marcha de los monjes cartujos hacia nuevas diócesis que necesitaban la presencia de órdenes contemplativas, siguiendo las indicaciones del entones Papa, San Juan Pablo II. Son desde entonces Hermanos Honorarios de la corporación y siguen poniéndose la medalla cada tarde noche del Martes Santo. Como no podía ser de otra manera y por la vinculación existente, se incorporó a San Bruno, fundador de la Orden Cartujana, como titular de la Hermandad.
Quiso la Divina Providencia que, por mediación del Obispo en aquel entonces, D. Juan del Río Martín (q.e.p.d), una nueva orden religiosa llegara a Jerez. Desconocida para la práctica totalidad de los jerezanos, causó gran expectación en aquella época. Se sabía que también eran hijas de San Bruno, por lo que su encaje en el Monasterio no parecía difícil.
Desde su llegada, la Hermandad se puso a disposición de la Hermana Corín, que era la religiosa a la que la casa madre le encomendó la instalación de la comunidad en Jerez para todo aquello que pudieran necesitar. Poco a poco, en silencio y con mucha oración fueron instalándose hasta constituir una comunidad numerosa. Posteriormente, la hermana Lucile se encargó de asentar la comunidad, en un trabajo absolutamente discreto y ejemplar. Por último, la hermana Fuensanta ha supervisado el traslado de las hermanas. En este punto quisiera agradecer de forma especial a D. Lorenzo Morant Pons, capellán de la Cartuja, la atención a las hermanas y su protección.
Si el Monasterio de la Cartuja de Santa María de la Defensión sigue en pie es gracias a la ardua labor que realiza el Obispado, con nuestro Obispo D. José al frente y el equipo de administración y de obras que vigila el buen estado de conservación de nuestros templos y por supuesto a los voluntarios que de forma desinteresada han echado mil manos. Pero no es menos importante el trabajo denodado de las Hermanas de Belén para mantener el edificio. Pintura, limpieza, poda, enfoscado y mil técnicas más que las hermanas han realizado de forma diaria para conservar el edificio.
Durante estos 22 años han rezado día y noche por todo el pueblo de Jerez. Han vivido experiencias inolvidables como la incorporación de nuevas hermanas o la acogida de la ciudad. A buen seguro habrán vivido momentos tristes y de gran dificultad, pero esos solo ellas los conocen. Cabe destacar, que una de las hermanas está enterrada en el Claustro Grande, como fedataria celestial del paso de esta orden por el Monasterio.
En nombre de esta Real, Franciscana y Castrense Hermandad que me honro en presidir y que tiene como titular a San Bruno, quisiera agradecer públicamente a las Hermanas de Belén todo el bien que han hecho durante su corta estancia en el Monasterio de la Cartuja. Nunca podremos agradecerles lo mucho y bueno que han hecho por Jerez.
Desde la hermandad elevamos plegarias al Santísimo Cristo de la Defensión y a María Santísima de la O, para que protejan a nuestras hermanitas de Belénen su nuevo destino.
Fernando Barrera Romero
Hermano Mayor de la Defensión
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