''La extraña relación de la Iglesia y las cofradías'' por Andrés Cañadas

Tan viejo casi como el viento, y tan a la orden del día, por los siglos de los siglos. Iglesia y cofradías. Dos conceptos tan unidos y a la vez tan antagónicos, cosas del mundo y de sus curiosos moradores, o sea, nosotros. Dos realidades que debieran ir de la mano siempre, con sus lógicos y hasta sanos altibajos, pero ¡ay mamá!, qué trabajito cuesta que las cosas sean así.

Y si no, hagan ustedes el simpático ejercicio de echar un vistazo a los últimos acontecimientos que están iniciando el curso en la diócesis, con los cambios de titularidad parroquial que estamos conociendo en estos días. Echen un vistazo a las fotos. Echen un vistazo intenso a los actuantes en estas funciones... o acudan directamente a algunas de estas ceremonias, y siéntense (si hay sitios libres), y miren lo que pasa.

Iglesia y cofradías. Y a nivel más cercano... párrocos y juntas de gobierno. Ahí se resume todo. Bueno, ahí, y en los mensajes que se dan, o que no se dan, cuando se viven estas funciones solemnes, en las que a veces ¡mecachis! se olvidan, seguramente en algún claro descuido, las más mínimas menciones a las hermandades que se supone, comparten y han compartido techo, con los rectores de estos santos lugares.

¿Tanto trabajo supone dar las gracias? ¿Tanto gusta pasar de puntillas por lo que debiera ser obligado, según aquel viejo dicho andaluz que reza aquello de ser agradecido para ser bien nacido...?

En fin. Iglesia y cofradías. Dos realidades opuestas, desgraciadamente, cuando de hacer sonar las campanas se trata.