No es mi feria, desde hace muchos años. Inseguridad, carreritas, drogas, cuchillazos, policías, ambulancias y ordenanzas que no se cumplen. Esa es la única realidad. Luego vendrán los medios vendidos al poder local, y nos llenaras los ojos por la mañana, de una docena de páginas con los mismos de siempre sosteniendo una copa y sonriendo falsamente al objetivo. También las televisiones locales, escaparates donde cada día el político, opositor o gobernante, te dicen que todo está transcurriendo dentro de la normalidad. ¿Normalidad? Un transexual agredido, puñaladas el sábado, un novio que le pega a su chica y no se cuantas cosas mas...¿normalidad?
Los que deben controlar eso, siguen dandole la espalda a la realidad de una feria que se está degradando por año que pasa. Viven en Narnia, en una feria que solo existe en su cabeza. La feria se ha convertido en un lugar inseguro para sus hijos y en una verbena para los padres. El botellodromo, es una mezcla de chavales de todas las clases sociales, en el que unos van a pasárselo bien y otros a meter la pata. Un lugar que unido a lo que beben y... seamos claros, lo que se meten, se convierte en una bomba de relojería donde este año en su nueva ubicación (por contrato) ha puesto en riesgo muchas cosas. Poco ha pasado.
El paseo de caballos no es ni de lejos el de las fotos maravillosas del bueno de Pascual; muchos jinetes, cocheros y amazonas no estaban ni para jugar en la feria del Toyo en Almería, pero entraban en el paseo. De locos. Montarse en un coche de caballos es como ir circulando por la antigua calle Pajarete o la actual Plaza Estevez.
Es literalmente imposible tomarse una copa sin que te la tieres encima. No existe albero, por lo que los boquetes y socavones son continuos durante todo el Real. Es tierra sucia, seca y molesta. Pillen fotos de archivo de hace quince años, cuando el gobierno local de Pedro Pacheco cambiaba "los tepes" de albaro como el Real Madrid cambia su césped cada año. Aquella feria tenía luz desde el suelo al cielo. Ahora no.
Lo de las casetas discoteca se ha convertido en una metástasis que poco a poco se esta comiendo la feria.Son caballos de Troya de maleantes y busca bullas. Antes la zona chunga, era del templete a los cacharritos. Ahora, esa zona de inseguridad se ha extendido hasta llegar a calles donde antes era normal ver a familias con niños paseando hasta bien pasadas las doce de la noche. Calles que son la frontera de los dos paseos principales del Hontoria. Y cuando hablo de metástasis es porque ésta ya llega a casetas de los paseos principales cuando la plancha deja de tirar en serie montaditos de lomo. Ver a policías corriendo a las seis de la tarde por el Paseo de las Palmeras es una señal de que la feria ha entrado en estado de descomposición. Es decir, que empieza a oler mal.
Si les parece, ahora puedo hablarles de la entrega del Caballo de Oro, de lo bonita que es la caseta de Gonzalez Byass, del portadón de la Peña La Buena Gente, del incremento económico de consumo, de lo bien que nos ha venido la feria de sábado a sábado, y de todas esas cosas chulas que a mi ya me importan una mierda. ¿saben el motivo? Porque la Feria del Caballo se nos está muriendo...
Así que mientras nuestros políticos, los que gobernaron antes y los que gobiernan ahora, más los otros que pinchan menos, sigan mirando hacia otro lado y no contando la verdad de lo que está sucediendo con nuestra Feria, solo estamos expuestos a que un año si y otro también seamos cómplices de nuestra propia muerte... la muerte de lo que un día fue (y no en la actualidad) la mejor feria del mundo.
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