La 'Minerva' que don Ángel se merecía

La procesión de Corpus de Minerva de 2018 en la jerezana parroquia de San Miguel, es ya solo un recuerdo. ¡Pero qué recuerdo! Y es que tras varios años de sofocante calor, la primavera tardía que tenemos este año quiso regalarnos una jornada deliciosa, de fresco y de luz, sin duda alguna la jornada que don Ángel Romero disfrutó desde la Gloria, en esta su primera incomparecencia en su templo, por estar ocupado en labores más altas.

Todo empezó con una celebración eucarística de indudable altura, presidida por el nuevo párroco del templo, don Manuel Lozano, quien para empezar su homilía, se acordó de su antecesor -'mi cura', como así lo llamó- y brindó un sincero agradecimiento a la Hermandad del Santo Crucifijo y a su hermano mayor, Martín Cortés, como ni los más viejos del lugar recordaban. Un comienzo de sombrerazo, que siguió después con una procesión al estilo de siempre, en la que la Virgen de los Reyes abrió camino al Señor, entre guiones y banderines de las hermandades y representaciones presentes.

Luz y color en definitiva, para dar cobijo y rendir honores a Jesús Sacramentado, este año sostenido en una custodia que no caminó bajo el templete de la Hermandad de los Montañeses, sino sobre el paso de la Virgen del Rosario, del Beaterio, ya saben ustedes, una de esas joyitas 'low cost' que tenemos en la ciudad, donde prima el buen gusto por encima de todo lo demas. Por cierto, el exorno floral, delicioso.

Y como remate a todo, tengan ustedes en cuenta que el barrio de San Miguel parece un decorado del cine neorrealista italiano, diseñado para cosas así. Calles estrechas y encaladas; gente llenando las aceras y los portales; y balcones llenos de macetas de geranios o claveles silvestres. A todo esto le añaden ustedes unos vecinos entregados a la causa, dos bandas de música de altura -'Nazareno' de Rota y 'Municipal' de San Fernando- y unos cofrades que se creen lo que hacen.. y no hace falta escribir mucho más. Sólo acordarse de la voz eterna de aquel cura cuya garganta dominaba los tiempos y los espacios cuando salía Dios a recorrer su barrio, y dar la enhorabuena a la parroquia y a la hermandad, por otro Corpus de Minerva, maravilloso. Sinceramente maravilloso,