''La niña que yo camelo, tiene los ojos azules, de tanto 'mirá' pal Cielo...''

Alguien dijo alguna vez, que la luz de las mañanas parece estar hecha para alumbrar los pasos de palio. Curiosa mezcla de sensaciones y de incongruencias. Los pasos creados para dar luz desde dentro, son los que más brillan cuando reciben la luz desde fuera. Luminaria incandescente que rodea el misterio andaluz que camina entre doce varales. La ecuación perfecta. La medida perfecta. Y a partir de ahí, da igual que los volúmenes sean de mayor o menor anchura y longitud. La perfección existe, y este domingo pudimos comprobarlo, cuando el sol y el cielo, se alinearon para cobijar un sueño teñido de turquesa.. y hermosura.

Y eso que el frío hizo todo lo posible por dejar a la gente en casa. Pero no lo consiguió. Salía la Amargura de camino a Catedral, y eso era aval suficiente para el buen gusto. Lo sabían los hermanos que cirio en mano echaban valor a la mañana, y lo sabían los músicos del quitento Joaquín Turina de Sanlúcar, que teñían con sus notas el aire de este diciembre. Y también lo sabía el ministro Dastis, quien estuvo en la salida desde los Descalzos, y también los miles de fieles y devotos que no quisieron faltar a la cita..

Lástima que algunas cosas no salieran bien, como el sonido en la puerta de Santa Clara, que nos impidió disfrutar del canto a la Virgen de las Clarisas, o el excesivo gusto por la acera de algunos cofrades históricos de esta corporación, quienes renunciaron a su ADN, para seguir escribiendo páginas negras en la historia de su hermandad.

Menos mal que por encima de todo estuvo Ella, Señora y Reina, Madre y Capitana de las almas, una dolorosa digna de un museo, a la que la luz enamoró de las horas del mediodía, cuando junto a los muros del Alcázar, por fin comprendimos que quien ideara en su día este palio celeste, lo hizo sin duda pensando en citas como esta.

Y es que como dijera José Gallardo en su Pregón de 2010, los azules viven junto a la Amargura, porque fueron creados para Ella. Rostro de cristal. Suspiro eterno. Dolor hermoso.. y serena amargura sin igual. Y lo mejor de todo, lo mejor.. es que pudimos estar allí para contarlo.