La odisea de los peregrinos

Caras largas y mucho enfado. Los peregrinos, principales damnificados de todas las decisiones que se toman en el Coto, en un sentido o en otro, están este sábado para pocas bromas.  

El viernes tuvieron que caminar más de quince kilómetros de más, por aquello del nuevo itinerario de la ‘Carretera Amarilla’ y tal, y además, haciéndolo por un recorrido desconocido a priori, que lo mismo alternaba zonas duras, con tramos muy arenosos.  

Y además, por si fuera poco, al llegar a la Aldea, a la una y media de la madrugada, se les llevó a una parcela a acampar, que tenía las lógicas humedades de estos días, lo que determinó que al final -ya superadas las tres de la madrugada- tuvieran que regresar a la casa de hermandad, para echar sus colchones en el suelo y así pasar la noche como se pudiera.  

Un auténtico mal trago para todos, que como último episodio nos ha dejado esta misma mañana, una avería en el suministro de agua, que los ha obligado a buscarse algún otro sitio para poder ducharse. Lo dicho: una odisea.  

Así que, aunque sepamos que todos los Rocíos son diferentes, lo que sí sigue siendo un axioma, es que ellos son los que más de cerca viven la romería, en todos los sentidos. En todos, también en los malos ratos.