La Unión de Hermandades, la fraternidad y el buenismo, por David Gallardo

“Yo tengo que velar por mí y por los míos. No sólo me han señalado a mí y a mi Consejo, sino también al Pleno e incluso al Obispado. Y encima se trata de un hermano mayor que no pasa por la Carrera Oficial”. Son palabras del presidente de la Unión de Hermandades a Diario de Jerez. Es decir, si Andrés Cañadas Salguero fuera parte afectada, sí podría quejarse, pero como no lo es, no puede opinar y, además, ¿quién se cree que es Cañadas para señalar al Pleno y al Obispado? (…)

A todo esto, en esta entrevista asegura que el expediente por el artículo en COFRADEMANÍA posiblemente “quede archivado” y resalta que lo hacen porque “debería de imperar la fraternidad”.
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Los políticos de bajo nivel y hasta los presidentes de las comunidades de vecinos, cuando alcanzan el poder, llegan a tener tanto amor propio que, a las pocas semanas, ya creen ser superiores. Si hay críticas, se romperá la fraternidad: su fraternidad. Así son los buenistas.

Publicidad El buenismo suele esconder una soberbia disfrazada de bondad que etiqueta, señala y castiga a los que no opinan igual porque pueden romper su grupo, normalmente, formado por agradadores que alimentan el ego del líder buenista. Quienes discrepen, critiquen, se señalen o molesten a este grupo de élite, serán culpables de romper la fraternidad, su fraternidad. 

“La fraternidad es una de las más bellas invenciones de la hipocresía social”, decía el novelista francés Gustave Flaubert; mejor lo explicaba el célebre 'Peñita de Cádiz': “Vamos a llevarnos bien… todo lo que haya que llevarse”.