''Lo menos que se despacha''

Estamos llegando en Jerez al final del ciclo eucarístico, ciclo del que ya llevamos vividas algunas jornadas y varias referencias ciertamente hermosas y plenas desde un punto de vista espiritual, aunque como ocurre siempre, manifiestamente mejorables desde el punto de vista estructural, estético y por supuesto coyuntural.

Todo es siempre susceptible de ser mejorado, sobre todo si esa mejoría redunda en un mayor esplendor a la hora de llegar a la excelencia decicada al Santísimo, porque todo siempre será poco cuando está dedicado a Él. Ahí, no pueden existir dudas de ningún tipo.

Sin embargo, a la hora de analizar cuanto se lleva vivido en torno a las diferentes citas que han tenido a Jesús Sacramentado como eje vertebrador de todo, encontramos algunas puntualizaciones que nos dejan muchas dudas, sobre todo desde el punto de vista de la liturgia.

La Exposición Mayor del Santísimo con la que se inicia, por ejemplo, una procesión de Corpus -ya sea en paso, carroza, o bajo palio- debe contar con unos tiempos definidos para la estación eucarística, que fluctúa en exceso entre una citas y otras. De esta forma, aunque lo correcto sea que la estación contemple cinco rezos de Padrenuestro, Avemaría y Gloria -en honor a las Cinco Llagas de Cristo- (ver) estamos viendo que lo normal es que se realicen sólo tres rezos antes de que se pongan en marcha los cortejos, suponemos que para agilizar los tiempos de la salida procesional. Incluso -y esto es lo que más extraña- hemos asistido a procesiones que han sido precedidas de tan sólo un Padrenuestro. Punto. Es decir, reducido a la mínima expresión. 

Seguramente, todo estará enmarcado dentro de los cánones actuales de la Iglesia. Hasta ahí, nada que objetar. Pero no deja de sorprender que ante premuras horarias -si es que esa es la razón- el Santísimo no goce de la pulcritud extrema que debe aplicarse a todo lo que le rodea en torno al altar.

De hecho, son muchos los mayores que criados en una educación religiosa muy distinta a la actual, siguen echando en falta el estupor eucarístico de otras épocas y que las cosas del Señor prevalezcan sobre tal o cual cuestión mas mundana, como pueda ser un horario o un itinerario.

Quizás tuviese que ser ésta principal preocupación de los Obispos del Sur, antes de lanzarse a través de cartas pastorales como la publicada hace un par de días, a "llamar la atención a las hermandades sobre su necesaria y continua purificación, pidiendo mayor compromiso con la evangelización, advirtiendo que la sagrada liturgia no puede ser superada por la piedad popular y avisando que las manifestaciones públicas de fe -las procesiones- no pueden caer en el secularismo y la descristianización que observan los prelados".

A lo mejor, antes de estas exigencias, los obispos debieran cuidar el culto y la liturgia directamente dependiente de ellos mismos, para que cada mes de junio no pareciese que todo queda en "lo menos que se despacha".

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