"Los dos farolitos del Prendimiento" por Álvaro Ojeda

Hubo un día, que alguién decidió quitarle al 'Prendi' lo poco que le quedaba; fueron sus dos faroliltos, luceros forjados de hierro que formaban parte del inventario material de la ciudad, por lo que nos pertenecían a todos. Los farolitos de Jesús del Prendimiento, eran... como el luminoso del Gallo Azul, como el cartel de 'Gran Duque de Alba 'de la Rotonda sobre el antiguo Casino Jerezano, como el de 'Daniel' en su tienda fotográfica, como el del 'Gorila' de 'La Peu' o como el de Garvey en la Avenida. Eran pura jerezanía que alumbraba oraciones gitanas a cualquier hora de la madrugada.

Hubo un día, en el que nos robaron para siempre los verdaderos luceros del Prendimiento. Sólo Jesús sabe el rostro de quien se acercó esa noche a esa esquina de Getsemaní, para apagar las dos antorchas que durante décadas habían alumbrado uno de los azulejos con mas solera de Jerez. Sólo el Prendimiento sabe si aquel robo, fue camino de una luz de plata que alumbrara la muerte de aquel ladrón, o bien iban para otro menester mas decente. Yo quiero pensar, que el Prendimiento obró bien, como siempre... y vio en la cara de aquel hombre, el hambre de toda una familia que se arrastraba buscando comida... a causa de una galopante crisis. Seguramente, el Prendimiento, décadas y décadas después, vio la necesidad dibujada en el rostro de aquel ladrón y decidió que aquella luz... la suya, la que durante años le perteneció, entrara en aquella casa llena de niños que esperaban un plato de comida en algún lugar de Jerez.

Ahora, sus hermanos han vuelto a ponerle luz a aquel gitano 'prendío' que una noche de hace ya muchos años, hizo lo mismo que durante toda su vida en la antigua Judea. Ya lucen los dos faroles de hierro con esa luz perpetua; tal vez... no tengan el sabor de los de antes, ni sean los mismos, pero con su brillo nos recuerdan, que hubo una noche en la que el gitano de aquel azulejo se hizo más grande todavía dentro de su soledad, cuando en el barrio de Santiago, un ladrón se atrevió a robar... los farolitos del Prendimiento.