Llevamos años hablando de nuestra Carrera Oficial: Que si amplía innecesariamente el recorrido de muchas hermandades, que si es muy larga (siempre comparando con Sevilla, claro), que si hay otras opciones (cada uno tiene la suya), que si la gente no puede ver libremente a las Cofradías, que si tenemos que llegar al “Tigre” (bar de Plaza Aladro para el que no lo conozca) y la calle Eguiluz es horrible, que si…
No me disloca especialmente el actual recorrido oficial de nuestras hermandades, aunque reconozco las dificultades de cualquier cambio teniendo en cuenta donde está la Catedral a la que tenemos la obligación de acudir, que nuestra Semana Santa va creciendo en todo, gracias a Dios, que itinerarios antes posibles ahora se complican, que los cambios que se plantean siempre afectan a las mismas hermandades o suscitan dudas importantes en seguridad, que una vez que concedes un palco es muy difícil volverse atrás, que hay peticiones de nuevos palcos (siempre al principio de la carrera oficial), y un larguísimo etcétera de inconvenientes, necesidades y problemas.
Pocos, sin embargo, hablan de sus virtudes, que las tiene aunque no lo crean:
La comodidad en muchos aspectos: de amplitud en los propios palcos y sillas, de visión para quienes deseen ver a las hermandades en su itinerario oficial, de acceso y salida para todos aquellos que tienen sillas o palcos, salvo en momentos y lugares muy concretos, lo que es inevitable (por ejemplo en la esquina de Puerta de Sevilla con Cristina cuando alguna hermandad viene de Tornería), etc.
La posibilidad de que cualquier persona pueda ver las cofradías en la carrera oficial salvo en lugares muy puntuales que, escasamente, cubren el 20 % de su recorrido (en contra de la mentira “casi oficial” de que este itinerario obligado está vedado a toda persona que no adquiera una silla).
El desahogo que ha supuesto empezar en Aladro, en el que se ven las cofradías con comodidad y amplitud, evitando los problemas de masificación de cuando empezaba en el inicio de Larga o en la posterior ampliación de Cristina.
Su seguridad en general, aunque existen matices a mejorar como la posibilidad de “tapar” la visión en zonas cercanas y en los propios pasos de peatones para evitar las peligrosas aglomeraciones que se generan en algunos de ellos, o que los responsables de seguridad de los pasos de peatones y como pasa en otros lugares, puedan permitir su tránsito parando algún tramo de la propia cofradía (y aquí consiste en que estos responsables apliquen el sentido común y las hermandades se den cuenta de su necesidad).
Y abundando en comodidad y seguridad, baste hacer una comparación (también con Sevilla que es donde miramos todos): en nuestra carrera oficial, con algo más 1.200 ms. de recorrido, se instalan unas 13.000 sillas. En Sevilla, con algo más de 900 ms., se instalan 35.000 sillas. Creo que no hay nada más que decir.
La belleza de algunos de sus tramos. Ya quisieran muchas ciudades que su carrera oficial pasara por lugares como Cristina, Consistorio, Plaza de la Asunción o calle Visitación. Es más si lo tuvieran, todos los “cofrades de pro”, que tanto protestan de todo lo que hacemos, irían en casi peregrinación a comprobar “estas maravillas”.
Y podríamos seguir, pero creo que basta.
¿Que se puede mejorar?, por supuesto, y en cuanto a seguridad, que puede ser lo más preocupante, tendríamos que empezar por intentar solucionar los atascos ya citados de los pasos de peatones (que creo que no es complicado), en impedir la ubicación de los famosos carritos “en lugares que generen problemas” y ayudan a atascos solucionables, en erradicar de lugares especialmente transitados, esos quioscos o bares ambulantes (de, además, escasísimo gusto estético que provocan desdoro a una Semana Santa que pretendemos que sea de interés internacional). ¿Alguien ha pensado lo que podría pasar con cualquier incidente donde se tienen apiladas unas pocas de bombonas de butano, perolas de aceite hirviendo, etc.? Y aquí solo hay que aplicar la normativa legal autonómica y municipal.
Y hay otras mejoras que se podrían implantar sin generar excesivos problemas y que ayudarían a que nuestra Semana Santa pueda seguir siendo casi pionera en muchos aspectos que criticamos (y solo hay que comprobar cuántas ciudades han copiado diseño, medidas, espacios y hasta colores de nuestra carrera oficial).
¿Que se puede cambiar el itinerario actual?, pues claro y cada cofrade tiene el suyo, pero pensemos que siempre habrá hermandades “perjudicadas” en tiempos, horarios y hasta tradiciones. El problema es que cualquier cambio que se presenta siempre perjudica a las mismas hermandades que son machacadas sin consideración por aquellas que se ven beneficiadas (y que son mayoría). ¿Podríamos hablar de que la carrera oficial empezara en la Plaza de las Angustias y siguiera por Corredera, Esteve, Lancería, etc. que sería preciosa y, además, acortaría el actual recorrido oficial en más de 200 ms.? ¿A que esa mayoría de hermandades tan “solidarias” diría que es una locura porque les obligaría a alargar su itinerario? Pues eso.
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