''Nunca fui a San Juan de Dios''

A estas alturas de la semana, casi todos ustedes ya sabrán que la parroquia de San Juan de Dios, va a contar desde ahora con un nuevo co-párroco, el conocido sacerdote jerezano Manuel Jesús Barrera, quien además ostenta la dirección espiritual de la Hermandad de Bondad y Misericordia. Una noticia que era confirmada por el Obispado hace un par de días, y que enseguida ha hecho correr por el Jerez cofrade, la idea de que cada vez está más cerca la solución para los viejos problemas de la cofradía del Jueves de Pasión, ya saben, aquellos que nos hablan todas las Cuaresmas, de traslados a la Victoria, y de negativas del párroco del barrio, don Antonio Sizuela, a que esta corporación tenga sede en su templo.

De hecho, en una reunión en la que hace pocas horas se comentaba esta circunstancia, surgió esta posibilidad, cuando alguien preguntó, con toda la naturalidad del mundo, por la ubicación exacta de este enclave, a lo que algunos de los demás interlocutores, contestaron: "Yo nunca he estado en la parroquia San Juan de Dios". Y efectivamente, así es.

La de San Juan de Dios es una iglesia de estructura moderna, ubicada en la calle La Granadina, en aquella zona en la que confluyen los barrios de San Juan de Dios, Los Naranjos, y San Juan XXIII. Un lugar a 'trasmano', como se decía antiguamente, a la que no son muchos los cofrades de esta ciudad que alguna vez han ido, basicamente, porque hasta ahora, no ha habido nunca una hermandad bajo su techo.

Algo así pasó hace pocas décadas, en San Benito, en el Pelirón, en la Granja, o en Monte Alegre. Eran zonas de Jerez que se sabía que existían, pero a la que no se iba habitualmente de manera regular, simplemente, porque por allí no pasaban capirotes, y ¡ay amigo!, cuando no suenan tambores ni pisadas costaleras junto a los muros de los templos, poco reconocimiento popular existe en los mapas.

Por ello, nos alegra la decisión del Obispado, porque si bien es cierto que lo más perentorio quizás no sea el arreglo de la situación de esta cofradía ni la apertura de una puerta que permita que quepa un paso, no es menos cierto que las corporaciones nazarenas son hoy día una realidad llena de vida y de posibilidades, con mucho más de positivo, de lo que las ha dibujado hasta ahora, el espíritu eclesial opuesto a ellas.

Y en la Hermandad de Bondad y Misericordia, como antes sucedió en la Clemencia, en Fátima, en Pasión, o en Picadueñas, hay gente preparada -de sobra- para hacer del futuro un tiempo de trabajo, ilusión y esperanza, lleno de vida y de muchísimas cosas más, algo que en las manos de David García, llegaría a ser además, hasta de justicia.

Lo único que hay que hacer es templar la suerte, armarse de paciencia, y seguir confiando en el Señor. El resto, llegará. ¡Suerte!