Otro domingo dedicado a Jesús Sacramentado

Ya saben ustedes que el Domingo de Infraoctava del Corpus Christi, vivimos la celebración del Corpus de Minerva, procesión Eucarística que coincide con la que en Roma se celebra en la Basílica de Santa María Sopra Minerva. Por ello, en Jerez, el Corpus de la parroquia de San Miguel se denomina habitualmente Corpus de Minerva, algo que también puede extenderse al que se celebra en el barrio de Picadueñas, desde la parroquia del Corpus Crhisti, y también, al que por la tarde, en modo claustral, celebran los dominicos en el Real Convento de Santo Domigo.

Un Corpus, este último, que en la jornada de domingo recién dejada atrás, cerró un día dedicado al Santísimo que se abría bien temprano, por la mañana, en torno a la parroquia del Arcángel, donde la Hermandad del Santo Crucifijo de la Salud volvió a organizar una preciosa cita eucarística, que recorrió, como siempre, las calles de su barrio. La Virgen de los Reyes, primero, y el paso de la custodia después (de nuevo en la carroza de la Hermandad de los Montañeses) concitaron la atención de vecinos y devotos, en una mañana calurosa y hermosa, que volvió a ser referencia del ciclo sacramental de la ciudad.

Picadueñas, por su parte, volvió a vivir su particular Corpus, este año con organización a cargo de los grupos parroquiales, sin que mediara paso sobre el que portar la magnífica custodia grande de la basílica de la Merced. Un Corpus llamado a ir a más, y que debiera seguir siempre una línea continuista, ya que eso favorecería sin duda su implantación y futura raigambre entre los fieles, este domingo muy echados en falta.

Y el cierre llegó en Santo Domingo. Una procesión claustral preciosa, que también está llamada a ir a más, a poco que los amantes del culto eucarístico conozcan la existencia de esta cita breve y hermosa, que volvió a llevar a Cristo a las galerías de los Claustros de Santo Domingo, como sucedería hace setecientos cincuenta años, cuando la fundación de este Real Convento. Una procesión sencilla y maravillosa, en la que lo pequeño se hizo grande, a mayor Gloria de Dios Sacramentado.