Penúltimas etapas del camino

Miércoles de vuelta. Ya estamos en Marismillas, para la última pernocta en Doñana. El camino está a punto de pasar a convertirse en un recuerdo hermoso de esta romería que ya va terminando, y las últimas horas de arena y coto, se apuran hasta el final, porque tras éstas, ya no habrá más.. al menos, hasta el año que viene. 

Como suele suceder, el de regreso ha sido un camino más reposado que el de ida. Con menos romeros, y con más tiempo para el saboreo de los momentos. Por ejemplo, el almuerzo del martes en el Sopetón, sin los agobios horarios del viernes pasado, cuando casi todo se convirtió en una contrarreloj para llegar pronto a Guaperal o al Rocío, según el caso. Este martes hubo hasta tiempo para la siesta, y aún así se llegó con buena luz a Cancelín para el montaje del campamento. 

En Cancelín precisamente, también dio tiempo a saborear el rezo del Rosario, antes de la cena, así como la misa de este miércoles por la mañana, oficiada por el padre Juan, que viene con la Hermandad de El Puerto, a quien acompañó Fray José Gil, nuestro director espiritual. Gran momento. 

Y en esta penúltima secuencia romera de este año, destacar la ligera subida de temperaturas que hemos tenido, lo que para algunos ha sido de agradecer, después de un martes excesivamente fresco y hasta por momentos incluso desagradable, así como la ausencia de incidentes reseñables, salvo la sorpresa de encontrar ocupado por la Hermandad de Chicana la zona de sesteo, lo que obligó a Jerez a almorzar en la Laguna de Las Pajas. Nada importante. 

Luego, en Marismillas, tocó visita de los niños que un año más llegaron desde Jerez, y luego, cena a base de carnes a la brasa, por gentileza de la hermandad rociera jerezana.. y a dormir, pensando ya en llegar a casa.