"¿Qué pasó en la puerta de Capuchinos?" por Andrés Cañadas

Faltaban pocos minutos para que la Reina de los Ángeles saliera a la calle el pasado sábado, cuando una inesperada presidencia se situaba frente a la puerta de salida de los pasos, aguardando la histórica presencia en la calle de la dolorosa titular de la Hermandad de la Sagrada Mortaja. Y no era una presidencia más. No. Era la que formaban los cofrades de la Hermandad de la Defensión, a quienes se les intuía 'algo raro', pues no resultaba para nada normal que los legítimos moradores del templo de Capuchinos, no estuviesen dentro junto al resto de cofradías invitadas a participar en el cortejo.

Miradas. Dudas. Preguntas.. y al final, un frío saludo al paso de la comitiva, y media vuelta hacia la casa de hermandad, para guardar el estandarte y las insignias. Colorín, colorado.. y eso sí, el rumor en el aire, bosquejando enfados, rebotes, o algo similar.

Y obviamente, la noticia no ha tardado en llegar, la que nos dice que dentro de unos días -no muchos- recibiremos una comunicación desde la silente hermandad del Martes Santo, anunciándonos la dimisión por problemas de salud de su hermano mayor, nuestro buen amigo Antonio García-Figueras, un señor de la cabeza a los pies, que ha preferido dar un paso atrás antes que meter a su cofradía en una guerra perdida de antemano, porque ya saben ustedes que así son siempre las guerras cuando se libran contra los dueños de las llaves. Punto.

¿Por qué todo esto? Pues habría que estar en Capuchinos día tras día para saberlo. Para sentirlo. Para conocer la profundidad de los desencuentros y los rencores que pueden haber crecido en los últimos meses, hasta llegar a esta situación.

Todos llevarán razones y sinrazones en sus argumentos. Eso resulta obvio, como pasa siempre. Pero lo que está claro, por encima de todo lo demás, es que es una auténtica lástima que Antonio vaya a dejar de ser hermano mayor. Lo entendemos, porque siempre será mejor estar bien de salud, que perderla por culpa de la impotencia y la rabia que provoca el hecho de saber que contra los molinos, ni siquiera don Quijote.. pero aún así, lamentamos profundamente que se nos vaya, el que posiblemente represente, por su elegancia y saber estar, el último ejemplo de la tan añorada caballerosidad de otra época, en el Pleno de hermanos mayores.

Porque a veces, y esta es una de esas veces, para ser buen hermano mayor de una cofradía, tan sólo hay que saber ser elegante, educado, y señor, y eso es precisamente lo que García-Figueras nos vuelve a demostrar con su actitud, pues de lo contrario, bien que lo iban a sentir entre los muros de Capuchinos. Seguro.