Hubo un tiempo en el que la corrección fraterna era la prudente y confidencial llamada de atencion, desde la Caridad, hacia el projimo que hubiere faltado a sus deberes cristianos, o a alguna simple actitud litúrgica indebida. Siempre se procuró que aquella prudente operación quedara entre corrector y corregido. Solo ellos y el Señor debían conocerlo.
Pero observamos con desasosiego en estos dias de quinarios, alguna actitud de algún director espiritual, que se permite usar tan prudente institución en público y en voz alta, faltando con ello al mas elemental decoro y caridad cristiana que debieran presidir su conducta.
Confiamos en Dios Nuestro Señor, para que no vuelva a ocurrir...
