Me cuentan que hasta en su hermandad están ya hasta las narices de él. Un ser insignificante, que alguna vez creyó ser alguien importante, pero que terminó consumido por su propio ego, por sus propias envidias y malas babas. Alguna vez ganó alguna batalla, pero hasta en esos momentos de falsa brillantez, lo hizo provocando ese rechazo propio de las gentes malas.
Están absolutamente hartos de él, y de lo que representa, y de lo que daña. Parecía incluso, que en los últimos tiempos andaba algo más tapado... pero era sólo un espejismo. El que es malo, es malo pa' siempre.
Así que sólo queda esperar a que pasen los días, porque lo que está claro es que hoy, ya queda un día menos para perder de vista al calvo. Un día menos para no ver más al Judas de Bondad y Misericordia.