Un paraiso soñado: Doñana

Hay pocos lugares como éste: Doñana. El Coto. Estar aquí es otra cosa. Como se dice ahora... otro rollo. La vida cambia cuando el móvil se apaga, y la única compaña es la soledad y el silencio, y el murmullo del viento entre las ramas de los pinos y encinas. Ese mismo viento que acaricia las hojas de los eucaliptos formando una sinfonía campera que sólo se escucha aquí. Sólo aquí.

Un paraíso. Asi lo definieron siempre tantos y tantos. Y es tan verdad como que la Virgen siempre nos espera y nos protege. Tanto lo hace, que lo que este miércoles pudo ser una tragedia tan sólo quedó en susto. Grande y con lesionados, pero susto al fin y al cabo, cuando volcó una carreta y eso provocó una angustia como hacía años que no se recordaba en la caravana rociera de Jerez de la Frontera.

Afortunadamente, el incidente quedó atrás dejando paso a una noche preciosa junto a la carreta del Simpecado, y a una posterior mañana llena de Espíritu Santo, en la que nuestro obispo, monseñor Rico, oficiaba la Misa bajo los cielos celestes y medio nublados de Marismillas. Luego, el camino por delante que hoy cruzará el Cerro del Trigo hasta llegar a Carboneras, esperando y deseando que todo transcurra bien, y si es posible, con algún rincón para encontrar cobertura para poder contactar con todos ustedes.

Y si no lo es, al menos nos quedará la paz de espíritu que el Coto nos regala cada vez que lo cruzamos.

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                                                                                                                                 Foto: Ángel Rodríguez Aguilocho

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