Un pregón dedicado a "las cosas del Señor"

Descarnado. Puro. A corazón abierto. Lleno por igual de glorias y de miserias. Sin ambages. Pleno. Absoluto.. y todo lo que ustedes quieran añadir si es que pudieron estar el viernes en San Lucas, o si acaban de escuchar el audio que les proponemos, del Pregón.. perdón, el PREGONAZO con mayúsculas que Antonio Moure dedicó a su Hermandad de las Tres Caídas, con ocasión de las Bodas de Diamante de la antigua Cofradía de Dolores.

Un canto a la historia y a las 'cosas del Señor', en la que quedaron demostradas varias cosas: que Antoñito no va sobrado, sino lo siguiente, y que las Tres Caídas es una cofradía como la copa de un pino, capaz de levantar el rostro ante las adversidades, manteniendo además su mejor sonrisa, por lo que sombrerazo pues, para su esencia y para su carácter.

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Así que con estos planteamientos, la cofradía se unió ante el Señor caído y ante la Virgen de los Dolores, para ver cómo uno de los suyos, tras la presentación del hermano mayor, se disponía a pregonar sus brillos de diamante, en un pregón que se inició con saludos y agradecimientos, para pasar a hincar las rodillas en tierra, en una porta gayola en la que el pregonero dedico un romance extraordinario al acompañamiento que cada Miércoles Santo camina tras el paso del Nazareno de San Lucas, y créannos si les decimos, que es de lo mejor que Moure ha escrito nunca.

Bueno. Eso creíamos, hasta que tras pasar por algunos ejemplos sobre 'las cosas del Señor' y sobre los profundos cimientos devocionales de esta hermandad, el pregonero se dispuso a hablarnos del Primer Viernes de Marzo, haciendo primero un repaso a la mítica trayectoria por la corporación de don Francisco Almagro, para luego pedir a la concurrencia que se pusiera cómoda, terminando con un soberbio poema dedicado a la jornada más emblemática de la Cuaresma jerezana. Un romance de altura sin igual, de esos que por su estructura y dinámica, hubiera merecido el premio de haber sido pronunciado en Villamarta. Genial.

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Luego, el pregón caminó por los linderos de la historia de la cofradía, con capítulo especial dedicado a la Esperanza de la Yedra, antigua Virgen de los Dolores, y con la obligada reseña a un templo que a partir de ahora tiene consideración de santuario diocesano, y posteriormente, llegó un repaso a la estación de penitencia del Miércoles Santo y a los cofrades y hermanos mayores que la hicieron posible, para concluir con dos estampas musicales, la primera de ellas, a cargo de la escolanía de niños cantores de la hermandad, y la segunda, con recordatorio a la famosa saeta siempre cantada por María 'La Jerezana' a la salida de la cofradía, en esta ocasión interpretada por Jesús Ortega, otro de los jóvenes que crecieron junto a Antonio Moure entre juegos y tertulias cofradieras.

Y de ahí al final, con un cierre que estuvo dedicado a la Señora de los Dolores, Íntimo y personal, para terminar de abrochar un pregón inolvidable, que a partir de ahora queda grabado en la historia de una corporación nazarena que puede decir con orgullo y honor, que tiene un 'pregonero de cámara' que es capaz de coser los sentimientos a golpe de renglones y versos.

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Un pregonazo en definitiva, absolutamente extraordinario.