''Un sólo milímetro...'' por Andrés Cañadas

Números preocupantes que no sabemos si serán verdaderos o no. Cortafuegos de la vida. Crepúsculos de la inocencia. Números que hablan de enfermedad. De contagios. De rebrotes. De una segunda ola del virus... y de muertos que siguen aumentando día tras día, según los contadores de las cosas que van pasando.

Números que nos empujan a volver al templo. A pedir al Señor los domingos, cuando toca la hora de misa. Números que se convierten en padrenuestros y avemarías. Números que amargan e hieren. Que duelen como el acero desnudo. Como un adiós que llega de repente. Como un amanecer con hambre. Como una noche sin abrazos... ni luna.

Números de personas que se apiñan delante de Él cada semana. Esta semana también... después de un Evangelio que nos hablaba de la charla de Jesús con los Apóstoles, a quienes preguntaba... “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?”. Sólo Pedro contestó, igual que pasa ahora. Dos mil años después, no hemos aprendido nada. Campo sin flores. Panal sin miel. Silencio ahora igual que entonces. ¿Miedo tal vez? ¿Vergüenza a decir a las claras que somos cristianos? ¿Pudor ante la recompensa de Cielo que guardamos en el alma?

Los números importan. Por supuesto que sí. Y son más efectivas mil oraciones, que sólo un par de ellas. Y para eso, hace falta que todos tengamos claro que Dios existe, y que nos habla a todos, y que nos escucha a todos... siempre. Por siempre. Para siempre. Como el sol que va y viene todos los días. Como el mar que va y viene todos los días. Como el querer que va y viene todos los días...

Números grandes. Gigantes. Granos de arena en un desierto. Estrellas en una noche de agosto. Olas en la orilla en un verano. Y números pequeños. Ínfimos. Microscópicos. Casi al alcance de la mano... aunque nunca lleguemos a encontrarlos.

Sucedió en la puerta del templo. Encuentro mañanero con el bueno de Manolo. Ausencia de café rota por un “buenos días” y charla sobre este tiempo loco que nos toca vivir: “Ya te lo escuché decir en uno de tus últimos programas: que con un milímetro que moviera sus dedos el Señor del Prendimiento, la pandemia pasaba a ser tan solo un recuerdo, un sueño lejano, un parpadeo de la historia...”

¡Cuánta Fe junta y de la mano hace falta para eso! ¡Y con cuánta devoción hay que acercarse a Él, sabiendo que si quiere, esto pasará enseguida!

Que hablar en Twitter está muy bien, pero -¡ay amigo!- hablar con Dios es mucho mejor... y más seguro. Pero para eso, podríamos hacernos una sencilla pregunta: ¿Hemos hablado de verdad con Él desde que empezó todo esto?

Él mismo nos lo preguntó hace veinte siglos. No fue a los suyos. Fue a todos nosotros, porque Él es quien mejor nos conoce a todos. ¡A todos!

"Y vosotros... ¿quién decís que soy Yo?"

Publicidad

Publicidad