Una hermosa tarde de domingo

16 de julio. Un día siempre grande en Jerez, que este año 2017 cayó en jornada de domingo, un domingo absolutamente demoledor en cuanto a temperatura, ya que a las ocho de la tarde, hora de salida de la procesión de la Reina del Carmelo, el mercurio coqueteaba con los 36 grados. Terrible, y no sólo para los miembros de la cuadrilla de costaleros, sino también para todos los que sufrían los rigores de la etiqueta, y es que ya saben ustedes, que aquello de aliviarse con otras prendas más veraniegas, como hacían nuestros mayores hace años, como que no... cosas del pudor actual que domina lo cofrade.

Así que armados de valor, el personal se echó a una calle donde hubo mucha más gente de la esperada en principio, y es que la Virgen del Carmen es grande entre las devociones de nuestra tierra, y eso es algo que volvió a quedar claro un año más. Además, no podemos destacar algún rincón por encima de los demás, ya que la salida ya anunció multitud, desde que la voz del nuevo capataz, Manuel Jesús Elena, y los sones de la 'Sinfónica' de San Fernando pusieran prólogo a la tarde. A partir de ahí, gente y más gente, por Asunción y Tornería, y luego por Plaza del Banco y Larga y Plaza Esteve, y cómo no, en San Francisco, donde nadie quiso perderse el momento histórico de la entrada de la Virgen, para conmemorar también la procesión del Carmen, los cuatrocientos años que este 2017 se cumplen desde que Jerez, -a través de su Consistorio y de la Hermandad Sacramental de Santiago- jurara la Defensa del Dogma de la Inmaculada Concepción.

Hermosas estampas en tarde de domingo, las que vivimos en la casa del Señor de la Vía Crucis, y -temporalmente- del Cristo de la Expiración, donde las preces nos recordaron este cuarto centenario, y donde comenzaron a vivirse las postrimerías de una cita procesional, que a partir de ahí enfiló el regreso a casa, con firma especial, como viene ocurriendo ultimamente, al paso por una Carpintería Baja, que encerró los instantes más cofradieros de la noche, a pesar de que aquí no aplauda nadie ni las cosas que todo el mundo debiera saber que deben ser aplaudidas. En fin. Jerez, tierra de aburridos y sosos.

Y nada más. Luego tocó recogida con fervorín del padre general de la Orden, interesante y medido, y la Virgen para adentro de nuevo sobre las rodillas de los suyos, mientras la Salve Marinera ponía epílogo a esta bella historia.

Enhorabuena.