Es lo que tiene esta en manos del primero que pasa. Esta vez no se trata de un acto que haya atentado contra ningún símbolo religioso, pero sí de una gamberrada más, otra más, de las que llevamos sufridas las cofradías.
En concreto, se trata de la casa de hermandad de la Divina Pastora de San Dionisio, establecida en la calle Francos, sede que hace unos días apareció de esta guisa, llena de pintadas que ahora habrá que retirar.
La pena, como siempre decimos, es que el autor de esta obra de arte no fue pillado en el momento de su gracia.
¡Qué pena, hombre!