Veinte años puede ser mucho, toda una vida, o poco, tal vez muy poco tiempo, dependiendo de la edad, que, en mi caso, ese tiempo es casi nada, parce que fue ayer, pero en cambo a los jóvenes les parece una eternidad.
En fin, cuestiones de cómo se ve la vida y el tiempo que pasa, y por supuesto la edad de cada persona que la ve. Pero lo que quiero no es filosofar ni mucho menos, sino recordar lo que pasó hace veinte años, que, en el mundo de cofradías, que es del que voy a comentar este tiempo, fue algo, a mi entender, muy importante, significativo, especial, que sucedió en esa fecha, concretamente en el mes de Abril del año 2000, el dia 22 y que creo que cambio muchísimo, a mi entender, el mundo de las cofradías. Me refiero, creo que ya todos estaréis pensando, a la PROCESION MAGNA JUBILAR en la que tuve el honor, la alegría y la satisfacción de vivir y participar de forma muy directa, activa y organizativa en este acontecimiento que sucedió en la ciudad allá por el año que nos introducía nen un nuevo siglo.
Como decía antes, hoy, veinte años después, algunos cofrades, algunos seguramente, hoy dirigentes, posiblemente ni se acuerda o si se acuerdan tiene una leve idea de aquello. Otros muchos tenían una edad temprana que lógicamente no tienen ningún recuerdo y hasta es posible que nadie les haya hablado de ello.
Primero quiero efectuar con estas líneas un emocionado recuerdo al Presidente de la U.H entonces, D. José Alfonso Reimóndez López, “Lete”, quien además de tener la suerte de contar con su amistad personal, fue para mí un auténtico ejemplo en ser y sentir cofrade en cristiano, y al que debo mi primera inclusión, como secretario del Consejo Directivo de la U.H. Asimismo, no puedo seguir hablando de este extraordinario acontecimiento sin efectuarle mi homenaje personal, y creo que público, por su gestión como Presidente del Ente cofrade local, que tuve la suerte de vivir muy de cerca, así como tuvo que “lidiar” todo lo relativo a la PROCESIÓN MAGNA JUBILAR del año 2000. También quiero efectuar mi recuerdo, mi afecto, mi respeto y mi consideración hacia los cofrades a los que tuve el honor de compartir en esos años y a los que agradezco su esfuerzo y trabajo por la dedicación que realizaron a que todo saliera tan bien como salió a pesar de las muchas dificultades que nos encontramos a lo largo de la preparación de este singularísimo acontecimiento.
Este evento que se realizó en el año con el inicio del siglo XXI, no se realizó por capricho cofrade o porque queríamos tener un Sábado Santo con procesiones y pasos en la calle, sino el motivo principal que nos movió a ello fue, que siguiendo las indicaciones de S.S. El Papa San Juan Pablo II, que lo declaró como AÑO SANTO DE LA REDENCIÓN, en el que pedía a la Iglesia que se conmemorara de una forma especial el acontecimiento de el Nacimiento del Hijo de Dios dos mil años antes, nosotros no hicimos otra cosa que, tras muchos debates, pensábamos que las Hermandades Jerez, y nosotros en su nombre lo teníamos que conmemorar de esa manera especial, que realizamos y que no fue otra que contar la Pasión de N.S. Jesucristo a través de los Pasos en los que se conmemoraba ese momento especial de la vida de Jesús en el que lo aclaman como rey y luego unos días después, lo traicionan, lo flagelan, lo maltratan, lo hieren, lo lastiman, lo dañan y lo matan de una manera tan cruel e inhumana que solo el Hijo de Dios podría soportarlo.
Eso fue lo que tratamos de transmitir, no sólo al pueblo de Jerez, sino a todos los cristianos de la ciudad y a otros muchos que, al final, vinieron desde fuera de la ciudad, el sacrificio, la inmolación de Jesucristo por salvarnos a los demás, por ofrecerse por amor a su pueblo, por amor a los hijos de Dios y que los hombres comprendiésemos el verdadero valor y significado de la vida del Hijo de Dios y el ejemplo, el modelo y el camino de vida que nos legó.
Partiendo de esa base, empezamos a trabajar sobre las escenas que, a nuestro entender se debía de representar a través de los Pasos de las diferentes Hermandades de nuestra ciudad y tras documentarnos, principalmente, en los Evangelios fue como se fue surgiendo esta PROCESION MAGNA. No fue nada fácil, ni mucho menos, fueron muchas puntadas, muchas cosas a tener en cuenta. Fueron unos días, unos meses, de intenso trabajo de múltiples reuniones, de intentar subir y pasar las innumerables barreras que nos fuimos encontrando, de superar la incredulidad, las dificultades que se nos presentaban y así hasta el final.
Al principio y después de presentarlo, primero a nuestro Obispo, S.E.R. D. Rafael Belido Caro, luego a los Hermanos Mayores de las Hermandades de Penitencia que componían las U.H., al Excmo. Ayuntamiento de la ciudad, a la prensa, no todos lo acogieron con parabienes y alabanzas, ni mucho menos, sino que dudaban, en algunos casos, de que lo tuviésemos todo estudiado y preparado para que saliera tan bien como Dios quiso que así fuese.
También había otras muchas personas que dudaban de que nosotros estuviésemos preparados para llevar adelante ese proyecto, y al final creo que se quedaron muy sorprendidos porque habíamos trabajado, como decía antes, varios meses en ellos y los miembros del Consejo de la U.H. con mucha ilusión y ganas de que saliese adelante, que con la ayuda de Dios y de la Stma. Virgen Maria, pudimos saltar todas esas barreras, murallas, minas, que nos encontrábamos y hoy podemos recordar con alegria aquello tan bonito. Creo que todo aquello debía servir de ejemplo, no sólo para los cofrades, y sobre todos en estos tiempos de que, con mucho trabajo, con preparación, con ilusión con fe, con confianza, con esperanza de la ayuda de Jesucristo y de su Madre Santísima de todo se puede llevar a cabo y salir adelante.
Llegó el día por el que tanto habíamos batallado, peleado, luchado y se nos vino un poco abajo nuestra moral, (aunque yo tengo que confesar que mi fé y mi esperanza de que abriera el dia, estaba intacta e incluso traté de inculcar de infundir esa confianza que tenía en que Dios estaba ahí y nos iba a echar su mano, que al final se puso una tarde espléndida) y porque amaneció con un cielo muy nuboso, muy cerrado y con una intensa lluvia, que empezó sobre las 9 de la mañana de ese Sábado Santa 22 de Abril de 2000.
Antes decía que este acontecimiento tan especial había supuesto un “antes y un después” para las Hermandades Jerezanas, porque en mi opinión se demostró las cosas que se pueden hace con ilusión con confianza, con ganas de remar todos en la misma dirección, con del deseo de que se quiere colaborar en que salga bien lo preparado, lo programado y con la ayuda de los cofrades.
Asimismo, también se demostró que los horarios e itinerarios de las Hermandades Jerezanas tenían que replantearse algunas cosas, o que la Carrera Oficial había que ampliarla por muchas circunstancias, que deberían de cambiar en la manera de pensar, que la mente tenía que estar abierta a algunos cambios, siempre que fuesen en algo positivo y no en lo contrario, y que nos teníamos que adaptar al nuevo siglo que acababa de entrar.
No voy, ni quiero entrar a valorar la forma en la que trabajamos y como confeccionamos todo aquel maravilloso proyecto hecho realidad, ni a discutir que si se iba de esta manera o de aquella otra, de que si la música…, de porqué íbamos a ir con las túnicas de nazarenos, de porqué se acortaba el número de acompañantes por la Carrera Oficial., etc., todo eso para mí son coas que, tal vez para algunos tenían , y posiblemente para algunos hoy todavía tienen, una importancia vital para su forma de entender las Hermandades, pero para mí no son tan importantes, aunque sí a tener en cuenta.
La PROCESION MAGNA JUBILAR supuso para mí muchas cosas, como una gran riqueza de vida interior, de vivencia en la fe, de pasión cofrade, de sentimiento cristiano, refuerzo de mi amor a la Stma. Virgen, que es muy difícil resumir por las intensas y únicas experiencias personales que Dios me regaló.
Destaco la profunda satisfacción que sentí y siento como jerezano, como cofrade, de saber que con tu trabajo, con tu esfuerzo y junto con un buen equipo de personas, buenos cofrades, has hecho algo grande e importante para la ciudad, algo que quedará en el tiempo y que entonces pensaba que sería difícil que yo lo vuelva a ver y que hoy creo que si es muy probable que vuelva a ver, si Dios así lo quiere, un acontecimiento cofrade similar, igual o parecido a aquel, por el que tengo que darle gracias a Dios eternamente por haberme dado la oportunidad de vivirlo desde dentro.
Con el avance de mi edad he comprobado y realmente me he dado cuenta de su transcendencia una vez que ha pasado el tiempo, 20 años, y lo he visto en vídeo, ya que en aquel día grandioso, realmente, no la pude disfrutar en todo su esplendor, aunque sí vivirla, desde dentro, intensamente.
También significó la enorme suerte de conseguir que un sueño se hubiese hecho realidad, ya que, desde hacía varios años antes, no sólo yo sino otros muchos cofrades jerezanos, teníamos la idea de que, en nuestra ciudad, se celebrase una PROCESION MAGNA, (como lo que tuve la suerte de ver en Sevilla en el año 1992 y que al parecer tienen la intención de hacerla en este año o en el próximo) y gracias a Dios, ésta la pudimos ver hecha realidad en nuestro Jerez, y por los cofrades Jerezanos. De otra manera igualmente supuso un importante grado de preocupación, tensión, motivación, trabajo y creación que nos mantuvo en vilo, inquieto, durante muchos meses, hasta verla de verdad no en nuestra mente, sino en la calle. Incluso en ese Gran Día Jubilar, viví todas esas cosas (que posiblemente las contaré más adelante con todo lujo de detalles) a lo largo de todo un día hasta que el último Paso no entró en su Templo.
De otra parte, también el orgullo que te produce el saber que hay algo bien hecho, realizado a conciencia y a base de mucho esfuerzo y dedicación de un equipo de personas, en el que tuve la suerte de participar intensamente, a pesar de las muchísimas dificultades encontradas por el camino y que consiguió, por supuesto que, con la ayuda de Dios, que aquello, que en principio le pareció una “utopía” a mucha gente, se llevase a efecto.
Y por supuesto, como cristiano y cofrade, la oportunidad de poder predicar el Evangelio de la Pasión y Muerte de Cristo en el 2000 aniversario del Nacimiento del Redentor, a través de nuestros “Pasos”.
Por todo ello, LE DOY GRACIAS A DIOS.
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