...y a las doce y media se cerró el sueño

Pocas cosas se pueden decir después de una mañana como la que acabamos de vivir en el Rocío. Por encima de que gusten mas o menos los modos de la procesión de la Virgen. Por encima de que haya podido hacer frío de noche o calor en las horas de la tarde. Por encima de todo lo que ustedes quieran... había una meta que cumplir, y la hemos cumplido. Teníamos que acompañar a la Señora en su jornada, y un año más, gracias a Dios, lo hemos hecho. 

Una jornada que ha servido para confesarse con Ella, para llorar con Ella, para ilusionarse con Ella, y para acordarnos de tantos como siendo de Ella, ahora atraviesan horas complicadas por la causa que sea. 

A las tres de la mañana se ponía en marcha esta cita histórica, que ha culminado otro capítulo más del centenario de la Coronación de la Virgen, cita que se cerraba a las doce y media en punto del mediodía, mientras las campanas de la ermita inundaban con sus sones la marisma, tras un encuentro de la Virgen con los rocieros de Jerez, que este año recuperó aquellas antiguas estampas de la Madre yendo y viniendo, repitiendo hasta por dos veces la visita a nuestra casa.

Un año más hemos estado aquí. Gracias a Dios y a la Virgen. 

¡Viva esa Blanca Paloma!